El otoño no es para mi, os lo regalo

Al final va a ser verdad, el otoño no es buena estación para los depresivos. Siento que el mundo entero está en mi contra. Soy demasiado pequeño para luchar contra él. Me levanto cansado y me acuesto cansado. Mis paseos matutinos se me hacen demasiado largos. El trabajo, aun siendo profesor, está siendo excesivo. Cuántas veces me acuerdo últimamente de los que nos ponen como ejemplo de la buena vida, del no te quejes, vaya chollo, siempre estás de vacaciones. Me pongo agresivo, sin serlo, sólo de pensarlo y de imaginar la boca torcida con media sonrisa de desprecio del cantamañanas que lo piensa sin pensarlo.

Quiero escribir y no me sale. Estoy seco. No es vértigo ante la página en blanco, es simple y puro vacío. Pienso, para darme ánimos, en mis temas predilectos. Pienso en periodistas que de todo opinan y nada preguntan, pienso en doctores con mayúscula y bata blanca, pienso en la iglesia católica apostólica y romana, pienso en en un campo de fútbol lleno de hinchas fumando puros, pienso en un desfile de un ejercito lleno de orgullo patrio, pienso en los programas necios que inundan radios y televisiones, pienso en todos los ñoños que en el mundo han sido, pienso, en fin, en todas las cosas que agilizan mi mente y mis dedos y ni por esas. Tan sólo siento desgana y pereza.

Llevo días escuchando la misma música, repito y repito para no salir del círculo vicioso de la autocomplacencia. Trabajo en casa con música de fondo. A veces, simplemente, me quedo quieto y escucho. No escucho como un vulgar deprimido música triste para regodearme y sentirme mi víctima predilecta.  Escucho para quedarme absorto, perdido, para no volver al cansancio cotidiano. Cada vez me gustan más las bandas sonoras. Es lo que hago siempre con mi vida: acompañarla de una banda sonora que la realce, que la intensifique y le de sentido.

Salgo a la calle con la cámara en la mochila y la luz no me dice nada. Ni sol ni nubes ni estrellas. Las imágenes aparecen sólo cuando cierro los ojos. Unas me atacan, otras me protegen y yo en medio me siento prisionero.  Enmarco con mis manos escenas imposibles, trozos de vida  sacados de la vida. Miro después y no me gusta. Salgo de mí y observo a los otros que como yo parecen deambular por este otoño extrañamente caliente. Al mirarles a ellos por un momento olvido y veo.

IMG_6086

Me siento fruto seco, almendra tirada en el suelo. Adorno inerte de otoño. Cosa muda y silenciosa a la espera de que algo la despierte. Esperar es detestable. El que espera, como hasta el más tonto sabe, desespera. Por eso hoy escribo, escupo palabras y digo lo que siento y lo que no siento, como todos hacemos a diario. Odio esperar y por eso me adelanto. Me declaro deprimido antes de que la depresión llegue. Me canso antes de cansarme. Así el cansancio no llega pues ya nadie le espera.  Escucho la misma música, veo las mismas fotografías, leo las mismas palabras por que la repetición siempre me dio vida. La repetición se instala en la infancia y luego la olvidamos. Yo que ahora vivo casi quieto, me muevo repitiendo y eso me concentra. La concentración es para mí sinónimo de vida.

Pienso y repito, pienso y repito, pienso y repito… Escucho y escucho, escucho y escucho, leo y leo, me concentro, olvido y vivo. Olvido y vivo.

EL-RESPLANDOR-de-Stanley-Kubrick-imagen-3

Tengo sueño y no duermo y si me duermo me despierto. Broma pesada la de verte solo de madrugada, tirado en la cama con los ojos abiertos. Los minutos elásticos pueden correr hacia la luz del alba para que no descanses o detenerse pesados como piedras y hacer que cada uno de ellos encierre la eternidad en sus entrañas. Tiempo por el que siempre suspiramos pero que nunca deja de reírse de nosotros. Tan pendientes estamos de su presencia o de su ausencia. Tiempo de silencio, tiempo de sueño, tiempo de miedo. Tiempo que escapa o permanece a su antojo.

Es viernes y es de noche. Es viernes y vuelvo a reunir ganas de juntar luces, músicas y palabras. Estoy aquí sentado, leyendo y escuchando. Comienzo a tener un poco de frío. Pienso en el invierno que poco a poco se irá acercando. Pienso que prefiero que llegue a que permanezca el otoño. Los depresivos somos de cara o cruz, de izquierda o derecha, de verano o invierno, no de centro ni de inexpresivo otoño ni cursi primavera. Los depresivos queremos vivir en el eterno retorno.

El otoño que no cesa. La depresión que amenaza con instalarse en mi cabeza. El sueño que me embarga. El cansancio de tachar un día esperando al siguiente para volver a tacharlo. La vida que se escapa. Palabras que quiero dejar en el papel, palabras dichas para espantarlas, palabras caídas de un lápiz imaginario. Lápiz al que saco punta y se muestra ahora distinto, tranquilo, silencioso. Esperando que lo coja con mi mano izquierda y escriba una palabra nueva.

6 comentarios

  1. Me das miedo. Ese vacío tuyo, también es mío. Y a veces me lo topo de frente en la noche, serena ella inquieta yo. Y como puta a la espera, me cuelgo del pico de la cama a esperar el sueño que ni llega ni paga.
    No sé qué tengo, ni cómo se va. Ni qué tienes ni cómo espantarlo. Sólo espero que ese círculo mínimo de repetición lo atajes y este otoño máximo muera.

  2. Buenas tardes. Vine a buscarte. Por favor, ve al baño, date una ducha caliente (mínimo de 20 minutos), yo te esperaré aquí, pacientemente, hurgando, claro, entre estos pedazos de papel llenos de notas, o quizá entre esa montaña de fotos que afirmas no haber tomado. Anda, ve a darte un baño, aféitate y ponte bien bonito. Te llevaré a cenar, una cena larga, como corresponde, una cena ligera, pero profunda y profusamente conversada. Del vino te encargas tú, ya que esa parte importante está fuera de mi expertise… a menos que prefieras champagne

    Ah, antes de salir, empaca para una semana, pues te vas de viaje. ¿Dónde? pues no lo sé, depende de ti. O vienes conmigo a la granja o aceptas la invitación de S. Pero a este blog no vuelves por un buen tiempo. Llama a Antolín y a Jaime para que se encarguen, le harás un gran favor a tus lectores, a tus amigos, a tu familia y a ti mismo.

    ¡Anda, que se se hace tarde!

    ¡Follow me up, vecino!

  3. Acrossthe…
    Llego una vez más tarde a contestarte, lo siento. Tu blog y sus luces han hecho más que un medicamento para que empiece a salir de esta melancolitis galopante que se adueñaba de mi mundo.
    Thanks

    Carmen
    Almas gemelas ante el miedo y el vacío. Yo tampoco sé cómo espantar estos fantasmas. Vienen y se van a su antojo. Mientras tanto hago lo que puedo. Desaparecerá este tiempo intermedio que no es verano ni invierno. Se irá, espero, como ha venido; sin avisar y solo.

    K.
    Me tomé la ducha. No me afeité, me dio pereza. Cené ligero y con vino, oporto, para más señas, me senté de nuevo a leer tus palabras. Al llegar te vi hurgando entre papeles y fotografías. Te espié. Eso me encanta, espiar. Cuando me acerqué ya no estabas pero vi la invitación para la granja. Me gustó verla. Dos veces África en tan poco tiempo y espacio. Tendré que pensarlo.
    Al final no te he hecho caso y aquí sigo. No me puedo alejar de esta ventana. Veo, leo y escucho demasiadas cosas. Espero que no se cumplan tus palabras. No quiero hacer mal a nadie.
    Gracias, anyway, por venir presta a socorrerme.
    P.S.: Antolín y Jaime últimamente no me aguantan. No debo de ser buena compañía.

  4. Vecino, no me has hecho caso pero, por tus escritos más recientes, algo –definitivamente– parece haber cambiado, de lo que mucho me alegro.

    Al final, yo misma tuve que posponer el viaje. He estado de enfermera 24/7 de ya-sabes-quién durante más de dos semanas, ha sido muy duro y difícil, tanto por la dolencia (respiratoria) como por la paciente, que en sus delirios febriles insistía en comportarse como Marguerite Gautier en sus últimas horas…. ya está mejor, pero no bien todavía. Ahora lucha contra el síndrome de abstinencia (de la nicotina), lo cual es bueno y malo a la vez. ¡No sé por qué todo tiene que ser TAN dramático! pero así parece ser todo en su caso.

    Tres besos, uno para Antolín, uno para el querido Jaime y el otro para ti.

    Florence N.

  5. No, no te he hecho caso, es cierto. Hacer lo contrario de lo que me dicen es un pequeño lujo que me permito de vez en cuando.
    Veo que sigues incrementando tu experiencia como enfermera. No es mala cosa a fin de cuentas. Es un servicio que se ofrece al necesitado, aunque por lo que cuentas Sarah Bernhardt ha interpretado uno de sus mejores papeles.¿Donde tenía el ramo de camelias? ¿En la mesilla?
    Espero que todo se solucione. Que la salud triunfe y que puedas viajar a tierras africanas.

    Tres besos de vuelta
    J.

Deja un comentario