Sucedió una noche. Pudo haber sido otra cualquiera pero aquel día la música se hizo un hueco entre tanta palabra. Desde entonces el club no ha cerrado sus puertas. Mientras el mundo duerme la música suena en este rincón escondido. Por su escenario han desfilado grandes músicos. El jazz es su esencia pero el Iceberg Dormido está abierto a todos. Nada ni nadie se opone a la buena música.
Jaime atiende la barra. Prepara unos magníficos cocktails y, como buen barman, es un hombre muy discreto. Siempre encuentra una mesa libre a los recién llegados. Se puede traer la música bajo el brazo o sentarse tranquilamente a ver, hablar y escuchar.
Bienvenidos al club.
