Lo que me contó Varguitas

En este momento en miles de lugares del mundo miles de personas estarán haciendo lo mismo que yo. Ser original es un empeño inútil. Me acosté con la noticia y me he levantado con ella. En ese tiempo remoto, yo era muy joven y vivía con mis abuelos en una quinta de paredes blancas. Estas fueron las primeras palabras suyas que entraron por mis ojos. Desde entonces he pensado que hacer que otros hagan lo mismo es uno de los mejores regalos que yo puedo hacerles. Una de mis hijas se llama como su tía. No soy consciente de que este hecho tuviera algo que ver en la elección,  pero en días como hoy es bonito pensar que así pudo ser.

Está claro como en el verano, el sol dispara rayos, los ojos lagrimean al mirarlos. Y el corazón siente ese calor, quiere cruzar la calle, pasar bajo los tamarindos, ir a sentarse a su banco. Cuántas horas detenidas recorriendo lentamente esa casa pintada de verde, cuánta sorpresa al descubrir que lo que uno sueña hacer es posible. Páginas que ahora releo y dejan en mis manos al pasarlas los sonidos del recuerdo.

Dos vasos de cerveza sobre una mesa vieja, colillas y ceniza. El eco de mil conversaciones mantenidas en torno a ella. Hacer y deshacer el mundo, construirlo para derribarlo después de un manotazo. Una catedral de palabras edificada con tanto mimo pero  que sólo tiene una certeza: su desmoronamiento. Pintores, escritores y náufragos. Cuando yo era un pichón, entraba aquí como las beatas a las iglesias. Desde ese rincón, espiaba, escuchaba, cuando reconocía a un escritor, me crecía el corazón. Quería estar cerca de los genios, quería que me contagiaran.En este bar aprendí, sin duda, a leer.

No sé por qué pero Mayta se quedó para siempre conmigo. Lo recuerdo a menudo y siento por él un enorme cariño. Seguir sus peripecias en un tiempo que ya nos parece remoto. Hablar de Trotski como si de verdad existiera y dejara de ser un piolet clavado en una cabeza. La revolución como un sueño que todos hemos soñado. Siempre hay un momento en la vida en que quisiéramos haber acompañado a Mayta. Yo recorrí sus sueños y su miserias. Un hombre con un gran cansancio a cuestas. La fatiga de una vida que ha llegado a una frontera, todavía no la vejez pero que puede serlo si atrás de ella no hay más que ilusiones rotas, frustraciones, equivocaciones, enemistades… Y, sin embargo, en esa cara exhausta y tensa se trasluce también de algún modo esa probidad secreta, incólume ante los reveses.

El hombre era alto y tan flaco que parecía siempre de perfil. Su piel era oscura, sus huesos prominentes y sus ojos ardían en fuego perpetuo. Hombre real e inventado que nos hace recorrer un mundo real e inventado situado en el fin del mundo. Asistimos asombrados al proceso de hacer verosímil lo inverosímil. Creación completa de un universo.

Con el tiempo me fui acostumbrando a que  Varguitas pasase a formar parte de lo cotidiano. Veía sus libros asomados en las estanterías de mi biblioteca. La llegada de uno nuevo era un acontecimiento. Me hice amigo de Pantaleón, recorrí caminos con Lituma, admiré a Flora, perseguí por medio mundo a la chilenita y celebré la fiesta del chivo. Me detengo ahora un momento y los miro. Los tengo aquí sobre mi mesa. Están todos muy manoseados, señal de que se les quiere.

De niño pensaba que los premios nobel eran algo así como seres de otro mundo, sabios de sabiduría inalcanzable. Nunca me planteé que tras ellos había un jurado y tras el jurado intereses y que, misteriosamente, siempre se sabía de antemano dónde  y a quién convenía que le fuese otorgado  el premio. Ahora lo sé y ya no los veo como  antes. Es una pena, era más impresionante. De cualquier modo, ayer me dormí contento y hoy me he despertado contento. Cosa extraña.

Cuando abrieron la puerta de la celda, con el chorro de luz y un golpe de viento entró también el ruido de la calle que los muros de piedra apagaban y Roger se despertó, asustado. Sé seguro que Roger, el irlandés será mi nuevo amigo a partir de noviembre.

No sé si vivo en un mundo  o si todos habitamos varios. Lo que sí sé es que en el mundo de Varguitas me siento como pez en el agua.

 


8 comentarios

  1. ¡Felicidades! Creo saber exactamente como te sientes.

    Si no es por ti, no me entero, así que gracias. Era justo y necesario. Lamento no haber comprado todos los libros de la lista cuando me la escribiste hace unos meses. Ahora no habrá bolsillo que los aguante, como con Don José.

    La traviesa y despreciable niña buena

  2. Cibertalo,
    Con ese nombre no sé si decirte bienvenido o bienvenida al blog. En cualquier caso se bienvenid@.
    Tienes razón al hablar de entonces y de todavía. El mundo está lleno de pazguatos que confunden las churras con merinas. Sí revisas lo que se ha escrito en torno al premio nobel de Varguitas encontrarás que la inmensa mayoría habla del recorrido ideológico de nuestro sartrecillo valiente en vez de hablar de libros que es, evidentemente, lo que toca. Es triste que se prefiera el entonces o el todavía dependiendo del puño en alto o del traje con corbata.
    Un saludo

    M,
    Dar buenas noticias es siempre agradable. Además de esta manera no se mata al mensajero. Justo era, desde luego. Necesario, por suerte, no lo creo.
    Como Don José, tristemente, no publicará más libros, podrás invertir en Varguitas.
    Nunca es tarde si la dicha es buena.

  3. Difiero con la justicia del premio y caso con la ausencia de la necesidad. Hace años que uno leyó a Llosa, y a muchos latinoamericanos dignos y majestuosos que hicieron mucho más por dar a conocer ese continente; si acaso fuera ese el caso.
    No obstante creo que Mario sufre una bipolaridad al escribir, pues el abismo que existe de sus novelas a los artículos periodísticos es abismal.
    A pesar que me entusiasmé al leerlo durante mi juventud y a posteriori (Aunque menos), sospecho de una red de influencias y amiguismos, y reitero, hay mejores representantes de la lengua española, quizás este sería como hablar del pasado, como dijo Bolaño, siempre presos entre Octavio Paz y Pablo Neruda.
    ¿No hay más poetas ni escritores en la nueva latinoamérica? ¿Qué pasa con los poetas latinos? ¿Acaso murieron? ¿Acaso no son suficientemente buenos?
    Con estas mentalidades no salimos de la crisis cultural, social, económica, ni en cien años.

    Digo por la boca.
    Dr. Hook&Medicine Show

  4. J y Edu, quise decir «ya era hora», IMHO, sin más implicaciones históricas ni políticas sobre la justicia divina o la necesidad humana. Además, me atrevo y oso a considerar lo siguiente:

    Sólo he leído Conversación en la Catedral, hace más de…. bueno, hace muchísimos años. Para mí con ella basta y sobra para que este caballero reciba el máximo galardón literario que existe. Mi ignorancia sobre la literatura es abismal, sobre los criterios para el Nóbel tampoco sé nada, pero me da lo mismo. Aún en el caso de que lo que hubiera escrito MVLl después de la Conversación no sirviera para nada, esa novela, insisto, es suficiente. Nuevamente, en mi muy humilde opinión, sería un caso parecido al de GGM, luego de los 100 años de Soledad, NADA de lo que le leí (como 4 o 5 novelas, luego dejé de leerlo) le llega a los tobillos a los 100 años…. ¿y?

  5. Eduard,
    Cuando hablas de bipolaridad, ¿te refieres a bipolaridad literaria o ideológica?
    No dudo de la existencia de la red de la que hablas. Yo mismo no doy demasiado crédito al premio en sí. En este caso lo que sí me parece justo es destacar a uno de los mejores escritores, al menos en español. Ha habido premios nobeles a los que he descubierto después de ser premiados. En este caso ha sido al revés y además me hubiera gustado ser parte del jurado para poder votarle.

    M,
    Sí que era hora. Tienes razón.
    Si sólo leyendo Conversación ya te parece suficiente imagina lo que opinarás cuando leas todo lo demás.

  6. Bipolaridad fusionada, literatura+política, valga el ejemplo. De todos modos es sólo una opinión, una manera de mirarlo. Ni tiraré a la basura Los Jefes, ni La ciudad y los Perros, pero no dejaré que me ocupe más espacio en la estantería.

    JC Onetti.

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