Obsesión y resistencia

El día de San Juan habría cumplido un siglo. No ha querido esperar tanto y ha decidido que una bronquitis se lo llevara con 99 años.

Él no se consideraba un escritor al uso. La razón por la que escribía era volcar sus obsesiones más profundas. Si no lo hacía, moría. Destruyó toda la literatura que escribió excepto tres novelas. En ellas  disecciona con bisturí el mal, las tinieblas, la esperanza y el sentido de la existencia.

Siempre fue un tipo descontento. Su mérito consistió en resistir. Luchó siempre por sus ideas: la libertad y la justicia social. Dijo sentirse a menudo desamparado y triste pero siempre resurgió y continuó resistiendo.

Yo lo conocí hace muchísimos años. Hoy, después de tantos, he vuelto a ver su cara, sus grandes gafas y sus pequeños ojos casi ciegos. Cuando lo veía sabía que ya había muerto. La vida y la muerte al mismo tiempo. He sentido tristeza. Morir a su edad es un hecho dificilmente discutible. Su ausencia, sin embargo, no entiende de edades. Lo que me queda de él son sus libros. Los tengo aquí delante. Los toco, los miro, leo las palabras que los llenan y mi cabeza se puebla de recuerdos. De entre todos sobresale uno: Ernesto Sábato me enseñó a leer.

3 comentarios

  1. Sentí una gran pena cuando me enteré. Un triste correo de la universidad me avisaba de su defunción. Sentí un vuelco e instantáneamente me acordé de «Sobre héroes y tumbas» libro que tu mismo me recomendaste.

  2. Yo también sentí pena. Me acuerdo perfectamente de cuando hablamos sobre el libro. Ten en cuenta que no es una recomendación que hago a cualquiera.

    Brindemos por Sábato.

    Cheers

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