Días extraños estos en los que no hay ruido. Días extraños en los que el mundo solo se ve a través de la ventana. Días extraños en los que sabemos que detenerse es posible. Días extraños en los que vimos parar el tiempo y el futuro lo queremos imaginar diferente. Días extraños en que los muertos están más solos y los solos más solos que nunca. Días extraños donde caminar es un recuerdo y la lluvia, el frío, el calor o el viento son personajes ajenos a nuestro mundo enclaustrado. Ellos, extraños, viven ahí fuera. Días extraños en los que todo está preparado para el recuerdo. Días extraños donde luchamos entre habitar un paréntesis o plantear propósitos para un futuro más o menos cercano. Días extraños en los que, si la enfermedad y la muerte pasan de largo, somos capaces de vivir los momentos tranquilos sin el peso del tiempo. Días extraños en los que apreciamos, a veces, lo mejor del ser humano. Días extraños en los que, además de virus y muerte, también podemos encontrar rosas. Días extraños en los que él y ella también son nosotros. Días extraños que pasarán, pero no se irán. Se van a quedar, nos guste o no, dentro de nosotros. Días extraños que un día recordaremos como uno recuerda la quietud y el silencio: con paz o con miedo. Que sea la paz la que pueble nuestros recuerdos y el temor y la muerte nos hagan más fuertes.

2 respuestas a “Días de virus y rosas”

  1. Avatar de C.

    Ahora siento una paz profunda. Ha costado un poco llegar al final de la tormeta emocional, pero espero que colectivamente podamos poner en balanza lo bueno y lo malo de todo esto.

  2. Avatar de jusamawi

    Hola de nuevo C.
    Tiempo…
    Disfruta de la paz y si es profunda disfrútala aún más. Espero que pese más en la balanza que la tormenta que te acecha.
    Un placer saber que sigues por ahí rondando.

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