Los cuatro delitos internacionales fundamentales son:
Genocidio: exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad.
Crimen de lesa humanidad: asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población, privación grave de libertad o tortura, que se comete como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil.
Crimen de guerra: violación grave del derecho internacional humanitario, o de las leyes de la guerra, que se comete durante un conflicto armado
Crimen de agresión: uso de la fuerza armada por parte de un Estado contra la soberanía, la integridad territorial o la independencia política de otro Estado.
Podéis tratar de decidir cuál es el crimen que aplica en cada caso y pasar la vida haciendo lo que mejor hacéis: nada.
Podíais, por una vez al menos, hacer algo y más cuando ese algo es evidente para todos excepto para los cobardes.
Triste comprobar que puedo decir aquí lo que ya dije hace seis años. Aunque el tema era otro. Sólo con unos pequeños cambios queda esencialmente en lo mismo.
Lo que está ocurriendo en Ucrania, Siria, Gaza, República Democrática del Congo, Sudán o Yemen son evidentemente crímenes de agresión, de guerra, de lesa humanidad o genocidio.
Me doy yo mismo la palabra. A lo que dije lo único que añado es más rabia (si es que esto es posible).
Señores y señoras presidentes y presidentas e instituciones internacionales varias:
Estoy hasta la coronilla, hasta los huevos, hasta los cojones de que sólo seáis capaces de hacer mohínes. No soporto las estrategias ni a los estrategas cuando las decisiones son imperativos morales. Cuando uno tiene la obligación de hacer algo, lo hace y basta. No importan las consecuencias. Es más, un imperativo moral no contempla consecuencias. La necesidad obliga a actuar. No se reflexiona, no se piensa, no se negocia, no se calcula, no se pospone ni se procrastina. ¿Qué estáis haciendo vosotros sino eso? Postergáis la decisión sobre algo que debe atenderse inmediatamente. Os contentáis con sustituir decisiones por cínicas, egoístas y cómodas esperas. Calculáis, taimados y taimadas presidentes y presidentas, los momentos. Ponéis en la balanza cosas incomparables. No podéis tratar de equilibrar la desesperación, el sufrimiento, el dolor, la impotencia y la desgracia de muertos vivientes con vuestros intereses.
Me importa un carajo a qué país le corresponde tomar la iniciativa, me importa una mierda quién propone o quién dispone. Un imperativo categórico es aquel que declara una acción como necesaria. Que sea o no necesaria lo dispone la razón, la vuestra, no ninguna de vuestras divinas instituciones. El ejemplo clásico de imperativo categórico dice que si quiero el bien común no debo cometer un asesinato. ¿Se puede aplicar esto a los que como cómo vosotros nada hacéis pudiéndolo hacer y además no dejáis a los demás hacer nada? Kant os lo explicó hace ya mucho tiempo: sólo tu voluntad de manera autónoma y basándose en la razón puede ser moral. Vuestra cobardía, vuestra dependencia de los demás os impiden ser libres. No actuáis con autonomía y por tanto no sois libres. Sólo un ser autónomo y racional puede ser moral. Racionales os lo concedo, autónomos os lo niego, no carecéis de moral, podéis juzgar perfectamente vuestros comportamientos, no sois amorales por tanto. Vuestras acciones o vuestras omisiones son inmorales, son la exacta definición de lo incorrecto y de lo malo.
Basta de imperativos morales y categóricos, basta de Kant, de autonomía, de libertad y de moral. Basta ya de actos y consecuencias. ¿Para qué perder tiempo con palabras que no entendéis?
No pueden hablar, no pueden expresarse, no pueden reunirse, son detenidos, extorsionados, chantajeados, disparados, apaleados, torturados, violados, esclavizados, asesinados. No tienen nadie que les ayude, no tienen futuro. Escapan como pueden. Es imparable. La muerte es mejor a quedarse.
¿Qué hacemos? ¿Qué hacéis, señoras y señores presidentas y presidentes? No quiero disolver vuestra culpa en la nuestra. Os podemos exigir que actuéis y no lo hacéis. Os podemos exigir que habléis y calláis. Os podemos exigir que nos representéis y os negáis a hacerlo. ¿Qué nos queda sino arrepentirnos de haber pensado bien de vosotros y vosotras, de haber confiado en la regeneración que decíais defender, de haberos considerado autónomos, racionales, libres y morales?
Llevamos demasiado tiempo sintiendo vergüenza. Sé que estos millones de hombres y mujeres abandonados a su suerte no son los primeros ni serán los últimos. Sé que hay muchos más abandonados e ignorados. Sé que todos somos culpables, sé que todos somos inmorales, pero vosotros, señoras y señores presidentes y presidentas e instituciones internacionales varias, lo sois un poco más por engañarnos.
Estoy avergonzado y pido perdón por haber tenido cierta esperanza.
Que os den, señores y señoras presidentas y presidentes e instituciones internacionales varias.
Deja un comentario