Existen dos clases de héroes. Unos son los que representan los valores teóricamente compartidos por las sociedades actuales. Son aquellos valores que todos decimos y creemos defender pero que casi nunca conseguimos plasmar en la realidad. Libertad, igualdad de oportunidades, justicia, no discriminación, libre pensamiento y solidaridad son sólo algunos ejemplos. Quienes personifican estos valores comienzan siendo adorados pero indefectiblemente acaban destronados. Nadie quiere que se le recuerde lo que no es. La necesidad que el ser humano tiene de ser guiado hace que surjan estos héroes. Ellos representan nuestras ilusiones. La condición humana, capaz de lo mejor y de lo peor casi simultáneamente, encuentra gran regocijo en derrumbar la estatua que antes erigió entre vítores y aplausos. Los antiguos podían soportar la presencia de los héroes porque las proezas que éstos realizaban eran sobrehumanas. Esa distancia les hacía compatibles con la existencia de los mortales. Aquiles era divino y eso explicaba sus acciones. Los héroes modernos tienen su punto débil como Aquiles, en éste era el talón, en aquellos su humanidad. Que sean como nosotros,de carne y hueso, que nos veamos reflejados como seres llenos de defectos en el espejo que nos muestran, provoca nuestra ira y acabamos con ellos a la primera oportunidad. La única manera de perdurar es morir a tiempo y, aún en estos casos, el olvido y la ignorancia hacen que acaben siendo pasto de mercadillos.
El otro tipo de héroe es el que representa los valores que en realidad admiramos hoy día: éxito, dinero y poder. No se trata realmente de héroes sino simple y llanamente de celebridades y éstas por definición son efímeras. Vemos nuestros deseos ocultos personificados en ellos. Los deseos, casi siempre caprichosos, ejercen un poder mayor sobre nosotros que la mayor de las convicciones. Los deseos son provocados por emociones que nos hacen anhelar aquello que no tenemos.
Si alguno de ellos, héroe o celebridad, se convierte en mesías, el asunto acaba todavía peor. Los mesías, locos o no, terminan siempre siendo eliminados o abandonados por sus propios seguidores. La paradoja del que hace algo bueno por los demás, es que termina siendo víctima de aquellos a quienes ayudó.
El héroe moderno oficial es el hombre hecho a sí mismo. Ése que surgiendo de la nada y gracias a su trabajo consigue lograr sus objetivos. Su función social es la de mostrar y demostrar a los demás que cualquiera puede conseguir lo que se proponga siempre y cuando invierta en ello convicción y esfuerzo. El héroe anónimo, hijo de nadie y de todos al mismo tiempo. No existen barreras excepto las que tú mismo te pongas. El héroe extraoficial, el que despierta verdadera envidia, es el que obtiene un rápido éxito y celebridad. No importan tanto los medios que haya utilizado ni tampoco los méritos que presente. Lo que deslumbra es su salto a la fama. Queremos la gloria sin importarnos el precio.
La dicotomía entre convicción y deseo provoca que el combate que se desarrolla en el interior de los seres humanos sea arduo y difícil. La tentación por lo inmediato es demasiado atractiva y la perseverancia que es necesaria para actuar según las propias convicciones hace que la balanza se incline en demasiadas ocasiones del lado de lo fácil y de lo cómodo. Seguimos anhelando el golpe de suerte, nos deslumbra el oropel de la fama y de la gloria inmediata. Si no lo conseguimos, es cuando necesitamos de héroes, guías, líderes o mesías en los que depositar nuestras aspiraciones y así abandonar en ellos nuestra suerte. Nos quedará, además, el consuelo de desahogarnos deshaciéndonos de ellos cuando lo creamos conveniente.Sus crímenes serán ser demasiado virtuosos o demasiado humanos. No nos importa, la condena será la misma y está dictada de antemano.
Sabemos todos, en lo más recóndito de nuestro ser, que la fama es pasajera y que las celebridades pasan como pasan las modas. Tan sólo son tentaciones en las que caeremos para luego descubrir lo que ya nos temíamos: el deseo casi siempre es mejor que la realidad.
En cuanto a los héroes, ¿no será tiempo, pues, de olvidarnos de ellos? ¿O, no?
Es difícil definir al héroe actual, si es que hubo alguno en el pasado. El de la gesta heróica pública, por hacer algo que el boca a boca o los medios han decidido nominar como tal y convertirlo en fenómeno. El viudo que colocó a sus cinco hijos en la universidad después de una vida de trabajo y adversidad. El que cumple con las clases a sabiendas de la respuesta que obtiene. ¿El triunfador?, como bien mencionas.
El destino de una palabra depende de las variantes matemáticas de sus contextos, héroe ha sido comodín para definir demasiados tipos de lucha, desde los tebeos hasta las guerras, y teniendo en cuenta que la historia siempre nos sorprende con nuevos descubrimientos, posiblemente nos hayamos comido a más de un tirano como si de un héroe tratáramos (Por ejemplo: ¿Alejandro Magno? ¿Cesar?, y un largo etcétera.
Creo que no sólo deberíamos olvidarnos de los héroes sino dar por obsoleto su sentido (Reescrito por los guionistas americanos de jolibut, quienes a fin de cuentas tienen más peso que los verdaderos historiadores)
Escribes de cojones, felicidades. Un abrazo.
EDU
El héroe actual o es de pacotilla (veanse en qué hemos convertido a personajes cuyo mayor mérito es ser una cara o un cuerpo conocido,cuyas proezas consisten en salir en televisión o en la radio hablando de todo pero sin decir nada y que provocan envidia por ser invitados a una inauguración de una nueva tienda de porcelanosa) o son nuevos mesías enviados para que depositemos toda nuestra confianza en ellos y de esa manera pasemos a ser entes apáticos y abúlicos sin la menor capacidad de decisión.(El caso de Obama es un claro ejemplo.No es su culpa, la responsabilidad recae sobre todos los que quieren creer que todos los problemas nos lo resolverá alguien caido del cielo.)
Gracias por los cojones
Siempre que hay amenaza de perder el rumbo es bueno volver, aunque sea en las alas de la mente, al origen.
Los héroes, como bien sabes eran semidioses, el producto de algo parecido al amor de un dios por una mortal o viceversa. Y, como tales, estaban dotados de poderes que los simples mortales carecían. Yo pienso que el problema eran los padres, es decir los dioses. Porque los griegos en particular (siendo demasiado «humanos» para mi gusto), hacían gala de una serie interminable de vicios, defectos e inconveniencias. Y exigían de sus abnegados hijos cosas que ellos no estaban dispuestos o no eran capaces de dar. Así, daban un mal ejemplo no sólo a sus hijos, sino a los Hombres. Y así, poco a poco, la profesión se fue desacreditando, ya que las satisfacciones eran ínfimas en relación a los esfuerzos. La ética iba escaseando cada vez y así empezó quizá el «fuera de intercambio» tanto de parte de los dioses como de parte de los Hombres: tomar y recibir, sin dar nada a cambio. Esto viola una ley natural de este universo. Así, mataron a la gallina de los huevos de oro y los héroes actuales son sólo una caricatura, un tebeo, de lo que fueron aquellos: efectos especiales y nada más.
Por otro lado, al César lo que es del César: el concepto judeocristiano de «Mesías» es, como tal, un tanto incómodo o inmanejable para mí.
Me parece que las celebridades no llegan obviamente a la categoría de «héroes». A pesar de que la palabra se ha degradado bastante, aún queda espacio para un uso correcto. Los héroes modernos se han vuelto civiles, si se puede decir así. Hablamos del bombero o policía que realizó una acción salvadora o benéfica, del «héroe» anónimo que salva una dificultad ajena sin esperar recompensa ni reconocimiento. Los Mesías autoproclamados o los mesías creados por la necesidad del pueblo son otra cosa.
Un saludo.
http://atanorblog.wordpress.com/
Cuando los dioses vivían alejados de los humanos no eran un problema para nosotros.Adjudicar la perfección a un ente desconocido no representa dificultad alguna.Los héroes clásicos bajan ya un escalón de la escalera que les conduce hasta los mortales.Representan valores absolutos, realizan proezas pero son sólo semidioses y por consiguiente también cometen errores y tienen sus puntos débiles.Esa cercanía empieza a modificar nuestra relación con ellos.Más adelante los héroes pasan a representar los valores de una época y cultura.Esa personificación de la perfección debía servir como ejemplo. Lo que también provoca es la constatación de nuestra imperfección y de nuestros defectos.Unos quieren descansar en la tranquilidad de que otros hagan el trabajo por nosotros, se produce una dimisión, un abandono de nuestras obligaciones.Otros, sin embargo,recelosos, tratan de destronar al héroe.Comienza así una batalla campal que nunca ha cesado.
En la actualidad, y como tú bien dices, y fruto de esa constante batalla, hemos llegado a encumbrar como héroes a caricaturas.La degradación ha sido tal que los héroes ya no cumplen ninguna función.Peor aún,la complejidad de nuestras vidas nos hace cederles a ellos la toma de decisiones que nos incumben.Tomamos como modelos a gentes y valores que van en contra del sentido común.Nos gusta mucho quejarnos pero na hacer nada.La espera del mesías ya representaría la última fase del abandono.Nos encomendamos a él y pasamos la vida esperando a que llegue aun sabiendo que no llegará.Él traerá la salvación.Mientras tanto lamentamos nuestra suerte.
Da escalofríos pensarlo.Nos gusta pensar que somos adultos responsables pero actuamos como niños que no tienen más horizonte que sus papás-meśias-líderes-héroes.Nadie, ni Superman ni Aquiles ni Obama ni el mismísimo Jesucristo debe decidir nada por nosotros.
Edgar, estoy de acuerdo contigo.Lo que pasa es que el héroe anonimo cumple otra función.Parte esencial es que su labor es anónima y ese es el ejemplo que nos demuestra que las heroicidades son cosas de todos nosotros.No podemos delegar constantemente.Este es un vicio muy extendido.El héroe anónimo nos salva porque se limita a cumplir su cometido y a ser consecuente con aquello que piensa.Actua en consecuencia.No es un ser venido de ningún lugar para salvarnos. Podemos ser tú y yo.Eso lo tenemos que saber.
Saludos
Exacto, podemos y debemos ser nosotros mismos. Cualquier otra salvación «desde afuera» es ilusoria. Y cuando digo «nosotros» me refiero a cada persona como individuo, pero también como parte de un grupo familiar o de otras clases, como integrante de la especie, de la vida en general etc…. nadie sobrevive (ni se salva) solo tampoco. Guste o no, como dices tú, y nos demos cuenta o no, muchos de nosotros somos un «equipo». Naturalmente, como todo, es mejor, más efectivo y más interesante hacerlo a conciencia.
Por eso creo que la función de los héroes modernos, si por ello entendemos seres como nosotros que representan los valores de una época,no suele ser casi nunca positiva.Les cedemos la solución de nuestras vidas y eso no vale.No está mal que haya gestores que gestionen, directores que organicen y encargados que controlen pero lo inadmisible es que alguien decida y actúe en nuestro nombre, por mucha vitola de héroe que tenga.(Si además hacemos una lista de los que normalmente son considerados héroes hoy día mejor apaga y vámonos.)
Quizás estemos ante un nuevo fenómeno que no entendemos; la cultura del Icono, tan inevitable y vinculada a las vanguardistas formas de comunicación.
Quizás exista un vacío tan grande en la gente joven a la hora de identificarse que necesite creerse cualquier cuento, aún a sabiendas de su fraudulencia fantasiosa.
Camisetas estampadas con la cara del Che, ¿A quien le importa lo que hizo o quién fue? Hoy son un producto consumista. Los grandes monopolios de mercado decidirán quién será el héroe la próxima temporada. Dependerá de lo que se quiera vender a través de sus virtudes y valores.
Por ejemplo, una alusión a Obama. El nuevo Mesias , sin obviar que Obama es hijo del Imperio y el Imperio sigue siendo y será el Imperio y Obama su brazo ejecutor.
Sus actos serán juzgados por el Imperio y el Imperio decidirá si será héroe o villano. ¿Dónde queda entonces nuestro héroe? Bueno, si lo matan de un disparo ya tendremos el primer héroe del siglo. Cuestión de mercado.
Por suerte yo creo en los héroes que me cruzo a diario, en los que luchan y resisten al pie del cañón, enfrentados a las adversidades que les hacen más fuertes, que viven la vida con mucha más intensidad porque ella les muestra su peor cara y ellos responden con alegrías y amores, con su mejor humor y la seguridad de ser quienes son, sin querer ser diferentes.
La mercantilización de los héroes, además, funciona a través de un mecanismo bastante perverso: exhaltamos las virtudes del héroe hasta su punto máximo para generar demasaida expectación… después, vendrá la natural decepción sobre este «ídolo» y, por supuesto, la frustración que será el motor de la siguiente búsqueda por algun otro héroe… Por eso, en lo particular, disfruto mucho de la construcción de héroe que hace JRR Tolkien en el Señor de los Anillos… Frodo es, de entre todos los personajes, quien menos calificaría como heroe, porque antes estaría el valiente Aragorn o el poderoso Gandalf. Pero resulta que tanto el guerrero como el brujo, por su condición de fuerza son los más fáciles de verse tentados por las pasiones que desata el anillo (es una buena metáfora sobre como funciona la política). Frodo es temeroso y duda todo el tiempo. Representa por completo al anti-héroe y me parece que Tolkien lo utiliza para ironizar sobre el prototipo de héroe que se ha comentado en este post. Por otro lado está Sam: ese heroe anónimo del que habla mi tocayo que sabe que lo que importa es hacer las cosas bien. Creo que la dupla Frodo-Sam representan al héroe humanizado y cotidiano: aquel que duda, que recibe mucha ayuda de otros, pero que en el fondo tiene claro que hay que hacer las cosas bien sin buscar una recompensa.
gracias por comentar en nuestro blog también jusamawi!!!
Leo la entrada y me entran ganas de comentar. Empiezo a leer los comentarios y no me queda otra que asentir y asentir y ya me queda poco que añadir.
No siempre estoy de acuerdo con lo que dices, Jusamawi, pero me gusta mucho cómo lo dices. Además me gusta que lo digas porque hace que otros tengamos algo que decir o, al menos, provocas que digamos lo que tengamos que decir (¿es esa una forma de liderar? ¿te podrías estar convirtiendo en un héroe?)
Al final el héroe por el que todos estamos apostando (creo) es todos y cada uno de nosotros, desde el anonimato, con nuestros defectos y nuestras dudas, avanzando día a día hacia no sabemos muy bien dónde, poniendo nuestro particular granito de arena en el avance particular del vecino aunque sea con una sonrisa, una palmada en la espalda… aunque esto podría parecer una apología de la mediocridad.
Parece que cuando uno de estos héroes anónimos se hace público y empieza a motivar la heroicidad de quien le ve o le escucha la mejor manera de aniquilarle es convertirle en una celebridad y equipararle a otros productos de los medios luminosos, efímeros y vacíos.
Me gusta el comentario que haces, Edgar, sobre los héroes de Tolkien, Frodo y Sam, pues todos podemos ser ellos, aunque preferiríamos ser Aragorn o Gandalf…
Un abrazo a todos.
Iñaki
Hola de nuevo Eduard,
Podría incluir tu comentario de principio a fin en la entrada que escribí.¿Qué decirte? Tienes razón.
Ya basta de mesías y de héroes.
Encantado Edgar de tenerte por aquí.
Me gusta ese héroe del que hablas.Ese que duda y que recibe ayuda.La clave está en lo que dices de no buscar recompensa.Desde eses punto de vista el único héroe concebible es el anónimo.Que lo es no por ser sobrehumano o por realizar hazañas indescriptibles sino simple y llanamente por hacer bien lo que tiene que hacer y ser consecuente con sus ideas.Importan más los conceptos de consecuencia y responsabilidad que ese héroe lejano que nos resolverá los problemas.Todos debemos ser héroes y para serlo sólamente
tenemos que hacer las cosas bien.Nada más( y nada menos).
Un abrazo.
Nos leemos
Buenas noches Iñaki.
Estoy encantado de verte también fuera del jardín.Te digo lo mismo que a Edgar en mi anterior comentario.Creo que vamos entendiendo cada vez más que todos somos corresponsables en que las cosas marchen bien.Los héroes tal como se han entendido tradicionalmente no hacen más que poner freno y cortapisa a nuestra responsabilidad en el decidir y actuar.
Menos refugiarse en los otros y más confianza en las propias posibilidades es la única receta para lograr un compromiso mayor por parte de todos.Es nuestra tarea (de héroes).
Jusamawi, no podría estar más de acuerdo en lo que comentas… me parece que has dicho la palabra clave: corresponsabilidad… en un mundo lleno de «héroes comerciales» no queda más que luchar cada uno, desde su propia trinchera y convertirnos en el héroe anónimo de nuestro relato. Sólo en igualdad de circunstancias estaremos en condiciones de contribuir con los otros y de permitirles contribuir con nosotros. Saludos.
Amén