El despertador me ha sacado de mis sueños a las 6 y 23. He abierto un ojo y lo primero que he visto ha sido el techo blanco sobre mi cabeza. En esos momentos, la vida pierde todo sentido. No entiendo cómo hay gente que es capaz de levantarse con una sonrisa. Los odio a todos.
Con el andar de un fantasma, me he dirigido a oscuras hacia la cocina. Allí, mi brazo, autónomo, desconectado de mi brumosa mente, se ha extendido y los dedos de la mano han atrapado un plátano. Me he preparado un vaso de cacao y he robado un trozo de bizcocho que dormía sobre la mesa. Imagen grotesca la mía. Sentado a oscuras en la cocina, mirando a la nada y comiéndome el postre de mis hijas.
Con gran esfuerzo y el ánimo arrastrándose por el suelo, he mirado el pronóstico del tiempo en el ordenador. Me gusta más mirar por esta ventana que por la real que da a la calle. Vanas esperanzas. Lluvia, lluvia, lluvia. El país del agua.
Cabizbajo y pesaroso, he encaminado mis pasos hacia el baño. Allí, inmóvil y con la mirada fija en una baldosa gris perla, he dejado que el agua caliente me resbalara de la cabeza a los pies. Tan falto de energía estoy por las mañanas que, para ahorrar tiempo y esfuerzo, me lavo los dientes bajo la ducha, con agua caliente.
Vestirme no ha sido fácil, pero lo he conseguido. La casa en silencio. Hasta el aire dormía. Me he sentido víctima y verdugo. Víctima por lo que me hace la vida, verdugo por lo que yo mismo me hago.
Salgo a la calle. Llovizna. En el bar, tres o cuatro zombies untan croissants en cafés con leche. Paso de largo. Empieza la caminata.
Detesto los paraguas, así que me resisto a llevarlo. Me coloco los auriculares de mi Creative Zen negro y, tras darle al play, comienza la banda sonora de mi mañana. What a difference a day makes, me canta Dinah Washington al oído. Arrebujado en mi abrigo, recorro calles vacías bajo la luz de las farolas. Juego a imaginar que estoy volviendo a casa tras una intensa noche en un recóndito Jazz Club. Quiero pensar que mi boca está pastosa por el exceso de whisky y me coloco bien el sombrero que no llevo. Un camión de la basura me saca de mi ensoñación y me transporta de nuevo a las calles de siempre, los sonidos y las luces de siempre. Dejo a Humphrey a un lado y Felipe, el mejor amigo de Mafalda, se apodera de mí. Mirando al suelo, como él, arrastro los pies por el gris asfalto.
Blossom Dearie me lanza el salvavidas y, al compás de su voz de niña mala, mi ánimo se levanta del suelo. Aprovechando esa repentina energía, hago un repaso mental de lo que me deparará la mañana que aún no llega. Tres clases con alumnos aturdidos, con la Navidad todavía colgando de sus mentes, la redacción de una memoria plagada de mentiras y exageraciones con el noble fin de conseguir una subvención, una reunión con una madre indeseable que hace que ame locamente a su indeseable hija, la lectura del correo y un claustro con todos los profesores mirando el reloj como si les esperase la cita de sus vidas. Qué lejos queda el mediodía en el que al fin me quedaré solo y podré sentarme en mi mesa y mirar al vacío antes de ponerme de nuevo mi abrigo, el sombrero imaginario y cerrar la puerta de una triste mañana de enero.
Estoy a mitad de camino. Ha parado la lluvia. A mi izquierda, el mar y a mi derecha los coches que vierten su vómito de humo. Suena Sabina, mi vecino de la calle Melancolía. Miro al mar y veo a un abuelo vestido de neopreno que, enajenado, trata de meterse en el agua. Cree, seguro, que un baño de madrugada se llevará con él los años que le aprisionan el alma. Hoy es trece de enero. Cuento los pasos que voy dando para tratar de quitar los pensamientos venenosos que luchan por apoderarse de mi apaleado cerebro.
Una ventana encendida en una casa a oscuras llama mi atención. Me gusta el refugio que proclama. Me detengo, saco la cámara y click, me guardo la ventana en el bolsillo. Me encanta imaginar las casas por dentro, me gustaría entrar a escondidas y espiar cómo son, cómo es la luz que las ilumina, qué libros duermen en sus baldas, cómo se ve la calle desde su altura.
Pasan dos mujeres corriendo. No sé si me dan envidia, pero sí echo de menos el impulso que las lleva. Esto es duro, Chet Baker toca la trompeta y me destroza, lo imagino tirado en el asfalto, caído o tirado desde aquella ventana de Ámsterdam. Almost blue. Me quito la idea de la cabeza y sigo andando. Hoy es miércoles. ¿Qué sentido tienen los miércoles? Siempre habrá preguntas sin respuesta.
Maldición. Conocido a la vista. Soy como un búho, detecto cualquier cosa en la oscuridad de la noche. Le veo venir, allá a lo lejos, sé que se parará y me hará hacer y contestar preguntas absurdas, indecentes a estas horas del día. Sacó un libro de mi mochila y, aunque es ridícula mi imagen de lector a la luz de las farolas, camino leyendo concentrado, como si mi vida me fuera en ello. No aparto la vista de las hojas cuando siento su sombra pasar a mi lado. No le doy opción. Continúo mi camino, no me paro y sonrío. Soy un maestro.
Coleman Hawkins me acompaña en el último trecho. El horizonte clarea y los barcos del muelle dejan ver ya sus colores. Un último intento de escapar, dar media vuelta y largarme, recorrer el camino andado y volver a casa, esconderme entre sus paredes y olvidar el tiempo, las clases, las memorias y las reuniones.
Soy cobarde y no lo hago. Siempre acabo traicionándome. En vez de eso, pongo mi mejor sonrisa en mi cara y, al llegar a la puerta del colegio, me acerco vigoroso a los alumnos que esperan resignados la hora de entrada. Con ademán de hombre despierto, me detengo un momento, les saludo y ellos, atónitos, me preguntan: ¿cómo puedes estar tan animado a estas horas?
Entro y pienso que tal vez el mundo perdió un actor como la copa de un pino.

Miro el reloj. Son las ocho de la mañana de un miércoles trece de enero.

13 respuestas a “Un nuevo día”

  1. Avatar de M
    M

    Txs.

  2. Avatar de María eugenia
    María eugenia

    Quisiera enviarte algo para animarte, mi nuevo libro de Quino (el que recibí para navidad), una generosa porción de mi torta requeteglup de super chocolate, un poderoso rayo desde mi amarillo río hacia tu mar….
    Sólo se me ocurre (no estoy muy despierta ) algo que a mí me sacude un poco cuando deambulo en piloto automático:

  3. Avatar de Edgar Valdes

    Un vaso de cacao, eso es simpático.

    Te leo levantándote a las 6 de la mañana y me apiado de los hombres que se levantan temprano. Siempre he creído que levantarse antes que el sol es un crimen. Hay que dejar que el sol se levante, que crezca, antes de aventurarnos en el mundo.

    Otra cosa muy diferentes es salir de noche y volver hasta que clarea el día. Así sí se vale.

    Nota aparte: vengo de leer un blog muy bueno, pero a cada paso sentía que conocía esa prosa. Luego me di cuenta de que el autor ha copiado, con éxito, el estilo de otro autor, uno de mis favoritos. Un escritor venerable de hace medio siglo.

    En tu caso, tal vez tienes un estilo ya muy trabajado, una verdadera voz. O quizá no he leído aún al autor o autores a quienes le debes este buen estilo.

    Un saludo.

  4. Avatar de jusamawi

    M,
    You are welcome

    María eugenia,
    Acepto torta para la cena, libro para la velada y el rayo para mañana por la mañana mientras escuche a Vicentico acompañandome en mis primeros pasos del día.

    Gracias por alterar mi bioritmo.

    Edgar,
    Los horarios en general son un crimen.Nada mejor que poder decidir en cada momento lo que deseamos hacer.Es bueno cuando el tiempo es sólo transcurso y no principio y final de las cosas.
    No sé si tengo estilo propio o no.Lo que sí sé es que si quiero tenerlo no lo tengo.

    Otro

  5. Avatar de annefatosme

    A tu relato, Chillida quizá le hubiese titulado: luz negra. Me ha evocado sus esculturas convertidas en prosa. Pero a partir de ahora los días empiezan a alargarse y la melancolía se vuelve más diáfana.
    Una actriz consumada.

  6. Avatar de jusamawi

    No niego que me halague evocar la obra de Chillida.El problema es que por aquí tenemos a Chillida hasta en la sopa.Tras tanto elogio del horizonte, consejo al espacio,búsqueda de la luz y peine del viento, me da miedo ver demasiadas cosas donde sólo hay hormigón y hierro.

    J. de Niro

  7. Avatar de Eva

    No es ni medio normal levantarse a esas horas, y tampoco entiendo la gente que se levanta con una sonrisa, yo tambien los odio. De hecho odio a cualquiera, aunque no sonria, a semejantes horas.

  8. Avatar de Karen

    Quisiera escribirte muchas cosas diferentes sobre esta pieza maestra, pero el tiempo me tiene prisionera como nunca antes. Así que lo haré estilo memo o telegrama, supongo que es mejor que nada… sólo lo supongo.

    1. Lo peor que puedes hacer con tu falta de energía matutina es desayunar carbohidratos refinados, vecino. Como el bizcocho y la probable azúcar del chocolate. El guineo está OK. Necesitas –te guste o no– proteínas en buena cantidad. Comienza poco a poco y verás que te sientes mejor. (Entiendo que el bizcocho no es algo de todos los días, no te preocupes). Te mandaré por correo mi receta del Cal-Mag para que te duermas como un bebé a una hora razonable y le puedas dar un poco más de descanso a ese cuerpo tuyo.

    2. El contenido es tremendamente interesante. Por lo mismo que describes en el párrafo 10. Es interesante saber que nos despertamos a la misma hora…. con las consabidas 5 horas en el medio, naturalmente. A mí, en general, no me molesta demasiado ni odio a nadie por eso.

    3. Podría sacar una colección respetable de frases fabulosas de esta entrada. Me gusta, particularmente, «soy como un búho..» no sé por qué. Disfruto enormemente todos tus paseos, vecino. Me da la sensación de que voy un paso o dos detrás de ti y que al mismo tiempo puedo verlo todo a través de tus ojos. Como con Antolín.

    4. La forma, para mi gusto, es inmejorable. No sé qué más decir sobre ella.

    5. Lo que llamas «actuación»…. da para una entrada, como siempre digo, pero ya te debo tantas que esta vez no prometeré escribirla. Ojalá Cronos me permita, en un próximo comentario, contarte mi punto de vista al respecto.

    KVB

  9. Avatar de jusamawi

    Eva,
    Bienvenida al blog.Gracias por tu comentario.
    Me hace sentir bien lo que dices.Veo con alivio,que no soy un ser antisocial lleno de odio.
    El despertador es el invento más atroz que el ingenio humano ha creado.
    Salud

    Karen,
    El tiempo siempre trabaja de carcelero.
    Agradezco, por ello, aún más tus palabras siempre alentadoras.

    1-Tienes razón en cuanto al desayuno.El bizcocho fue accidental
    pero te haré caso.(Espero que guineo sea plátano.)
    Del Cal-Mag no tenía noticias.

    2-Curiosa coincidencia lo de la hora.De todas formas el problema no es tanto madrugar como el hecho de mi imposibilidad de acostarme temprano.Creo que el mejor horario para mí sería uno que incluya dos tiempos de descanso. Uno corto durante la noche y otro, tal vez, en las primeras horas de la tarde. Por desgracia eso sólo lo puedo hacer en los períodos de vacaciones.De esa manera aprovecho la noche, disfruto de un largo paseo matutino y duermo en las horas más aburridas del día.

    3-Gracias

    4-Gracias

    5-Cronos será bueno contigo y,espero que más pronto que tarde, podamos leer tu punto de vista sobre la actuación.

  10. Avatar de Charlotte

    [En vez de eso, pongo mi mejor sonrisa en mi cara y, al llegar a la puerta del colegio, me acerco vigoroso a los alumnos que esperan resignados la hora de entrada.Con ademán de hombre despierto,me detengo un momento, les saludo y ellos atónitos me preguntan: ¿cómo puedes estar tan animado a estas horas?]

    Algunos profesores ni se molestan en sonreir falsamente directamente aparecen en clase con cara de perro escupen las palabras que tienen que escupir ese día y se van tan panchos.
    De vez en cuando se agradece una sonrisilla y un buen humor finjido…

  11. Avatar de jusamawi

    Los profesores, como los médicos, los albañiles o los abogados no son sino una muestra más de lo que los seres humanos son.Los hay con cara de perro, los hay malos,alguno bueno y muy pocos memorables.

  12. Avatar de jusamawi

Deja un comentario