
En los últimos cuarenta días no he escuchado una sola noticia, no he leído ningún periódico ni he visto un minuto la televisión. En los últimos cuarenta días el color del cielo ha sido infinitamente más importante que la crisis financiera internacional. En los últimos cuarenta días el tiempo ha sido compañero, ha pasado, eso no lo puede evitar, me ha dado los buenos días y se ha ido sin prisa ni pesar. En los últimos cuarenta días las noches han sucedido a los días, las lunas a los soles mientras yo me limitaba a contemplar. En los últimos cuarenta días mis pies han recorrido caminos, mis manos han tocado la tierra que acababa de pisar. Me he detenido y he podido volver la vista atrás.
En los últimos cuarenta días no he visto el mar.
En los últimos cuarenta días he hablado cuando tenía que hablar, las palabras descansaban sin esperar una oportunidad. Los silencios entre ellas estaban llenos de buscada soledad. En los últimos cuarenta días la sombra del almendro, la cereza madura, el olivo plateado y el cuco con su canto han sido mi ciudad. En los últimos cuarenta días he leído sin cesar, han pasado ante mí páginas de libros, unos olvidados, otros hallados, que me han hecho recordar a aquel niño que un día descubrió gozoso, negro sobre blanco, la historia de nunca jamás. En los últimos cuarenta días he fotografiado flores, insectos, árboles, piedras y caminos, cielos azules, cielos con nubes, sonrisas y colores.
En los últimos cuarenta días no he visto llorar.
En los últimos cuarenta días me he sentado a la puerta de la casa, he visto la lluvia caer y al sol salir tras la tormenta. He olfateado el jardín recién regado, he observado el trabajo incansable de hormigas y abejas, he visto al caracol sacar sus cuernos al sol y a los conejos huir hacia sus madrigueras. En los últimos cuarenta días el trigo ha sido segado, el maíz ha crecido y las viñas han teñido de verde los campos amarillos. En los últimos cuarenta días he compartido pan y vino, he hablado de lo humano y lo divino y he reído. En los últimos cuarenta días he arreglado bicicletas, he cortado sarmiento, he visto flores azules, he recorrido los campos, he tendido la ropa, he visitado ermitas, he puesto el mantel sobre la mesa, he mirado las estrellas y la luna llena me ha pillado por sorpresa.
En los últimos cuarenta días no he vuelto a soñar.
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