David Lynch ha muerto. El mundo es hoy un lugar peor de lo que era ayer. David Lynch ha dejado un agujero negro imposible no de llenar, sino simplemente de encontrar.

David Lynch demostró que lo que nos hace ser lo que somos es hacer preguntas. Buscar respuestas en sus trabajos carecía de sentido. Solo había que seguirle.

David Lynch hizo la mejor serie de televisión que nunca he visto. Jamás he vuelto a sentir la necesidad de seguir viendo algo, viviendo algo como entonces.

David Lynch hizo una de las mejores películas que nunca he visto. Pocas veces me ha costado tanto levantarme de la butaca al finalizar una película. Nunca he despreciado tanto a los insensibles que se levantaban inmediatamente de sus asientos y se marchaban como si nada hubiera pasado.

David Lynch hace tiempo que dejó su epitafio escrito: mantén tus ojos en el donut, no en el agujero.

(David Lynch completó su mundo con la única compañía posible, Angelo Badalamenti. Imágenes y música nunca fueron tan difíciles de separar. Eran un único universo).

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