Todos los años me afano para no caer en la tentación de desear feliz Navidad. Todos los años lo intento, pero nunca lo consigo. Todos los años me propongo no poner árbol ni luces de colores. Todos los años lo procuro, pero nunca lo puedo evitar. Imagino que tal vez es una tara de la infancia. Eso me da una excusa para hacerlo aunque no quiera. La infancia recuperada nos da permiso para todo. Aquí estoy otra vez. Escribiendo palabras de colores, con el viejo árbol que titila a mi izquierda y luces que parpadean en la ventana a mi derecha. La música rellena los huecos que dejan las palabras. Es una de las canciones de Navidad más bellas que recuerdo. Tócala otra vez, Dan. Os la regalo.

Feliz Navidad.

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