He cogido el lápiz, he abierto el cuaderno y he sentido lo inútil que es todo esto.
Iba montado en el autobús. Volvía a casa. El atardecer azul, preludio de un verano que se acerca. Miraba por la ventana a la gente que paseaba tranquila, ajena a su ausencia. Él ya no está y se ha llevado consigo muchas cosas. Ha dejado otras, no me bastan.
Ahora oiremos y leeremos durante unos días lo bueno que era. Un genio dirán algunos, irrepetible, otros. Después, nada.
El tiempo insaciable todo lo traga. Pasará a ser un recuerdo, la sombra de lo que fue. Le harán un disco homenaje, encenderán mecheros al oír sus canciones y alguna lágrima asomará curiosa. Hablarán de él los que nunca lo hicieron antes. Venderá más discos que nunca y muchos pretenderán añorarle. Después, nada.
Permanecerá como aquel chico huidizo y triste. La chica de ayer, los ochenta, Nacha, la movida, de Madrid al cielo. Después, nada.
Yo, mientras tanto, aquí sentado, te recuerdo cantando, veo en tus ojos vacíos tu vida y en tu ausencia, la muerte.
He guardado el lápiz, he cerrado el cuaderno, he mirado por la ventana y no había nada.
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