He cogido el lápiz, he abierto el cuaderno y he sentido lo inútil que es todo esto.
Iba montado en el autobús. Volvía a casa. El atardecer azul, preludio de un verano que se acerca. Miraba por la ventana a la gente que paseaba tranquila, ajena a su ausencia. Él ya no está y se ha llevado consigo muchas cosas. Ha dejado otras, no me bastan.
Ahora oiremos y leeremos durante unos días lo bueno que era. Un genio dirán algunos, irrepetible, otros. Después nada.
El tiempo insaciable todo lo traga. Pasará a ser un recuerdo, la sombra de lo que fue. Le harán un disco homenaje, encenderán mecheros al oír sus canciones y alguna lágrima asomará curiosa. Hablarán de él los que nunca lo hicieron antes. Venderá más discos que nunca y muchos pretenderán añorarle. Después nada.
Permanecerá como aquel chico huidizo y triste. La chica de ayer, los ochenta, Nacha, la movida, de Madrid al cielo. Después nada.
Yo, mientras tanto, aquí sentado, te recuerdo cantando, veo en tus ojos vacíos tu vida y en tu ausencia, la muerte.
He guardado el lápiz, he cerrado el cuaderno, he mirado por la ventana y no había nada.
Ya lo decía Shakespeare: The rest is silence.
Hoy no hay mucho que decir.
Para morir sólo es necesario estar vivo.
Res
Edgar,
El silencio impresiona.
Eduard,
Así es, pero a pesar de que aceptemos nuestra condición mortal, la muerte ajena nos sigue pareciendo, absurdamente, injusta.
Vecino querido, qué mala noticia. No sé qué es lo que pasa, pero como que tenemos tanta muerte, tan cerca, últimamente… No conocía a este artista (estuve leyendo algunas cosas en Internet, algunas son como tú vaticinas, no todas), sin embargo tengo cierta idea de cómo puedes sentirte, estuve con nuestra amiga M. cuando Isaac Hayes dejó su cuerpo y fue algo bien fatal también… y ella no se había acercado tanto a Isaac, como tú a Antonio, a juzgar por tus dos entradas. Difiero de Eduard, tu romántico amigo. En general, morir cuesta una cantidad de esfuerzo y persistencia extraordinarios. Yo he conocido gente que ha estado muriendo (dirigiéndose hacia la muerte) en las últimas 5 décadas y aún no acaba de llegar; ni siquiera ha logrado enganchar una enfermedad fatal a pesar de los esfuerzos sobrehumanos que realizan cotidianamente…. Pienso que, por el contrario, para vivir sólo necesitamos «estar vivos», lo cual –en una escala graduada– podría ser sinónimo de «ser». Y tienes mucha razón en lo que dices, aceptamos más fácilmente que las cosas indeseables nos pasen a nosotros que a quienes queremos, no es absurdo, es que así somos. Te envío un beso.
El caso de Antonio es diferente.La leyenda, el bulo,lo hacía pasar por un ser autodestructivo que se venía muriendo desde hace ya veinte años.La realidad era otra.Ha luchado con todas sus fuerzas por vivir, por crear y por superar las dificultades para alejarse así de la muerte.
Te lo creo. Después de todo, el hombre es un artista: se especializa en crear…
Es casi irónico. Como la música puede acercarte tanto a los extremos: muerte, vida. Cómo el tonito aquel, casi imperceptible durante años de acostumbramiento, en un día, en un suspiro te clavan la daga para siempre. Yo no lo conocía, debo admitir la estrechez de mi universo, y me lo regalaste en un día intrascendente, indolente. Ahora es mío, y se abre una ventana, otra. Mis lágrimas de placidez se unen a las que todavía me quedan del Romance de curro… Alguna vez lo había escuchado, miento, oído en mi adolescencia, sin mayores secuelas.
Mi gato Cacho me mira cómplice, creo que a él también le ha gustado.
Pd: Otra vez y sin tanto moco te contaré de mi percepción sobre la música y sus efectos específicos.
La música puede expresarlo todo.Sus efectos son de toda índole.La buena música marca, la no tan buena no deja huella.Antonio la deja, te lo aseguro.
Esperaré, mientras tanto,a que te suenes los mocos y nos cuentes sobre la música y sus efectos.
Junio de 2005. Frío de perros. A las cuatro de la madrugada me despierta mi hija con el pretexto de querer nacer.Hasta ahí, todo como en los libros. Ese día se festeja en mi país el día de la bandera (no se si en otros países sucede eso, pero aquí, sobre todo en mi cuidad, cuna de la bandera, es un gran evento con desfiles, fanfarrias y todo… No viene al caso)Hasta las siete todo fue miel.De allí en más el mismísimo demonio(o algo que se le parece) se apoderó de mí. Había concurrido a los cursos, había leído los libros, pero nada, nadie me había preparado para ese dolor:si eso era ser madre, no me interesaba, no era natural en mi, odié a mi marido y a cualquiera que en ese momento se atreviera a darme un consejo. Ese alien estaba destrozando mis tripas, y no podía comprender ese universo de amor y ositos de peluche. Enrique , mi médico, llegó y me bendijo con su ternura eterna y una dosis de anestesia. Y allí comenzo a cantar… Enrique se había inspirado con la fecha patria, y durante tres horas entonó el himno a la bandera «Aurora». Hasta ese día a mi solo me recordaba a una maestra gorda del primario, y esos actos interminables con los niños disfrazados de próceres y damas antiguas. Isabela se anunció a gritos pelados a las doce, con los últimos versos de la canción. Desde ese día no puedo escucharla sin llorar y supongo que las otras personas pensarán al verme que tengo un sentido muy agudo del patriotismo. Yo me guardo el secreto. Entonces creo que puedo concluir infiriendo que la música es, sencillamente, el momento en el que la descubrimos.
Pd: Finalmente Isa no resultó ser un alien.
Aun reconociendo que tienes parte de razón en lo que dices, te falta otra parte.
Por supuesto que la música puede evocar en nosotros recuerdos y emociones de un momento determinado.En estos casos la calidad no es en absoluto lo importante.Determinada canción o música es mía o nuestra o de un lugar determinado y al voverla a escuchar sentimos las mismas emociones. Esto sería música con efecto Paulov.
En otras muchas ocasiones la música nos sorprende, nos atrapa de repente, hacemos un descubrimiento.La música es en esos casos un valor en sí misma, no depende de donde o con quien estamos.Incluso diría que nos hace experimentar emociones que nada tienen que ver con nuestro entorno personal, físico o temporal.
La parte de verdad que te queda es que no has parido a un Alien. Conclusión: Ya sé que no eres Sigourney Weaver.
Saludos a Isa de mi parte.Menos mal que no le pusiste Aurora de nombre.