Un defecto muy común y que muchos humanos padecen consiste en no disfrutar de lo que se tiene ante el temor de que se termine.
Sucede, muy a menudo, que el deleite del momento presente se ve disminuido, sino eliminado, por la amenazante sombra del futuro.
Un niño guarda un caramelo para que no se le acabe, la segunda mitad de las vacaciones ya no cuenta porque el fin está cerca, no uso unos zapatos nuevos para que no se estropeen. Todas son modalidades diferentes del mismo fenómeno.
Lo mismo, en esencia, ocurre, en muchas ocasiones, con la propia vida. Hacemos de la muerte, futuro inexorable, nuestra máxima preocupación y la muerte en vez de dar sentido a la vida se lo quita. Al final, como el niño que se resiste a comer su caramelo, guardamos la vida, no la usamos porque no queremos que se estropee y nos morimos sin haberla vivido realmente y mucho menos disfrutado.
El que no se consuela es porque no quiere.
Tenemos diversas opciones para compensar la desazón que nos produce este breve lapso de tiempo al que llamamos vida. Queremos más y nos inventamos, sacándola de una chistera mágica, la vida eterna. Un más allá donde podremos comernos todos los caramelos que queramos, una venganza eterna de los sinsabores que hemos soportado, una sublimación de lo que no somos capaces de conseguir aquí y ahora, una resignación, en el peor de los casos, para así soportar nuestro destino sobre este diminuto y maldito planeta.
Puro consuelo.
Otra opción, más sofisticada si cabe, que nos ayuda a soportar nuestras miserias, es la reencarnación. Hemos vivido y viviremos diferentes vidas a lo largo del tiempo. No somos más que un espíritu encarnado que va cambiando de cuerpo. Unos lo ven como proceso de perfeccionamiento, otros como rueda sin fin. Si nuestra vida actual no es satisfactoria es porque aún no hemos progresado lo suficiente. Necesitamos un desarrollo superior y otras vidas futuras están esperándonos para poder conseguirlo. También tiene esta opción el peligro de caer en la tentación de la aceptación y en la esperanza de mejora en un futuro indeterminado.
Entiendo la desazón que produce vernos como un instante diminuto de tiempo en medio de la eternidad, figurarnos una despreciable mota de polvo en el infinito. Entiendo también la curiosidad que nos lleva a preguntarnos por la vida más allá de la vida. Comprendo lo duro que es aceptar nuestra condición insignificante si tomamos como referencia el tiempo y el espacio en el que vivimos y que hemos tomado como medida de todas las cosas. Comparto el nudo en el estómago al contemplar la negrura llena de estrellas muertas que nos rodea. Somos nanotecnología primitiva, proyecto imperfecto, casualidad, capricho de los dioses pero somos. Y como somos tenemos que ser algo. No vale quedarse en la nada, en la quietud, en la esperanza embobada en el futuro perfecto.
Quien tiene caramelo lo guarda para más adelante, quien no lo tiene imagina cómo será de grande el que le aguarda. Quien se lo come es tildado de tonto por no haber ahorrado o, peor aún, por haber dilapidado su riqueza. El glotón se siente marginado en un mundo de avaros conservadores o resignados rencorosos que no pueden soportar que alguien haga algo en vez de no hacer nada.
No tengo nada en contra de quien vive seguro de la existencia eterna. Comprendo el deseo de una vida después de esta vida. Me interesa la reencarnación como propuesta o como creencia. La duda que me corroe es qué tiene que ver todo eso con esta vida, qué nos hace desinteresarnos del ahora para centrarnos sólo en mañana. Se me dirá que ambas cosas son compatibles. Razón tiene quien lo diga pero estoy harto de ver actitudes que demuestran todo lo contrario. Si hay una vida después de esta, ya llegará y allí nos veremos las caras o el alma. Si antes de ser quien soy he sido otro, o yo mismo en otra carne, qué más me da si ahora soy lo que soy ahora.
La vida nos acerca inexorablemente hacia la muerte. Recorremos un camino plagado de ideas, de sueños y de colores. Si agachamos la cabeza y andamos mirando al suelo, o si guardamos todo en las alforjas llegaremos a la frontera con todo o con nada. Lo mismo da una cosa que otra. Allá no nos servirá de nada. Quien se para en el camino, quien contempla, sonríe y llora, quien piensa, quien quiere, quien siente y padece cada paso que da deja de estar vacío y muere por que hay que morir no por que le ha llegado la hora. Si después, despertamos en un túnel con una luz al fondo o recubiertos de otra carne y otros huesos aprovechemos también el tiempo que tantos desvelos nos ha costado crear.
Es terrible tener que haber estado enfermo para disfrutar la salud, tener que haber sudado sangre para apreciar el descanso, tener que llorar para desahogarnos. Más terrible se me representa tener que vivir miserablemente para ser felices eternamente.
Procrastinar es el más común de los errores. Me voy a comer un caramelo.
excelente, una gran originalidad textual
Gracias JG. He visitado tu blog y después de leer lo que escribes agradezco aún más tus palabras.
Estoy de acuerdo. Tarde algo de tiempo en comprender que el sentido de la vida es disfrutar cada día. Y que no tiene mucho sentido obsesionarse por el futuro incierto, del que solo conocemos un hecho cierto, nuesrta fecha de caducidad. Por que tanto misterio? Un saludo
El sentido de la vida se lo tenemos que dar nosotros y tenemos que hacerlo viviéndola aquí y ahora. No hay nada peor que perder el tiempo. Tenemos poco y hay que aprovecharlo. Disfrutar cada momento sería lo ideal. Conformémonos al menos con tratar de hacer lo que queramos.Digo queramos en el sentido de voluntad y libertad.
Otro
No sabes hasta qué punto comparto todo lo que dices, y hasta qué punto practico el hedonismo del «carpe diem», aunque se me tache de egoísta y poco previsor. Es difícil conseguirlo, pero intentar vivir el hoy sin pensar en el ayer ni en el mañana me parece una gran virtud. Pero es difícil, muy difícil en esta sociedad poder ser consecuente con uno mismo, si se tienen en cuenta los factores externos.
Pensar que la vida es breve y se desvanece a través del tiempo (el tiempo no pasa, somos nosotros los que pasamos por él) y obsesionarse por ello es, aunque sea mínimamente, desaprovechar el momento. Sin embargo, la práctica diaria de ese desapego de la realidad que nos rodea resulta utópico, e insisto en ello, porque vivimos rodeados de pájaros de mal agüero, de crédulos y supersticiosos, a veces incluso de familiares que no comprenden esa «imprevisión ante el futuro» (refiriéndose a lo material y terreno, ya no hablemos de quienes van más allá).
Como siempre, pues (y como ya se ha dicho muchas veces en este espacio virtual), somos humanos y, por ende, contradictorios. Y, además, algunos, «raros» (tema del que se habló largamente en este foro).
Pese a todo, me satisface enormemente que alguien más comparta mi filosofía de vida e intente trasmitirla a otros. Es muy de agradecer.
jusamawi, yo también comparto esta filosofía, pero además a pies juntillas,(de pequeña se me derritió un caramelo en el delantal) pero, porque hay un gran pero: soy muy cobarde y muchas veces dejó de vivir el momento, ya no por el temor a las represalias de la maestra, pero sí por temor a perder lo que tengo, o por el temor al sufrimiento tanto propio como ajeno.
Un abrazo,
Albert,
No hace falta tan siquiera vivir al día.Ni hace falta no ser previsor en nada. Todo ello no tiene, en cualquier caso, por qué ser malo. Basta simplemente con no vivir esclavizado con el qué pasará, que consecuencias tendrá lo que hago o lo que digo. En el fondo este conservadurismo previsional, no hace más que privarnos de la libertad, de actuar y de decidir.
Sé que el desapego es utópico pero debemos practicarlo. Así lo hacemos con otras cosas que se nos muestran inmarcesibles pero a pesar de ello las pretendemos. La felicidad y la propia libertad son buenas muestras de ello.
El previsor bien mirado no es más que un desconfiado en sus propias capacidades.
Anne,
Pobre caramelo, pobre tú y pobre delantal. Es un perfecto ejemplo gráfico de lo que quería decir.
Siempre hay peros. También hay a pesar des. A pesar de los peros es bueno seguir intentándolo.
El miedo siempre está a nuestro lado. No conozco a nadie que no lo tenga.
Confieso ser mucho peor que Anne. Mi padre me regaló un frasco de Diorissimo, mi adoración olfativa número uno. Ahí estuvo durante meses sin abrir «para que no se me acabara». Mientras tanto, usaba otras marcas… había destinado éste para «ocasiones especiales» que nunca ocurrían. Cuando lo fui a estrenar, no estaba. Había desaparecido. Atando cabos, concluí que se encontraba en poder de la penúltima trabajadora doméstica que pasó por mi casa, junto con otros objetos igualmente entrañables y en uno de los casos, irremplazable. Me ha sucedido decenas de veces, aunque ésta fue la más dramática. Sin embargo, sólo me ocurre selectivamente, con objetos materiales de procedencia ligada a fuertes afectos. Con el resto de las cosas, tiendo más bien a derrochar y a dilapidar.
Por otra parte ¡vamos! es humana y divinamente imposible hacer en UNA vida todo lo que quisiéramos hacer. Esto es evidente en la misma medida en que los años se empeñan en transcurrir cada vez más de prisa. A mí me parece extremadamente útil incluír la siguiente vida en los planes a largo plazo. Evita un montón de frustraciones. Naturalmente, para ello hay que SABER que hay otra vida, no basta con desearlo o tener esperanzas al respecto. Es una maravilla, es como una habitación de desahogo, porque en ella se pueden colocar toda clase de cosas, desde carreras hasta amores imposibles en la presente. Naturalmente, sin exagerar, ya que de lo contrario estaríamos igualmente saturados en la próxima que en esta, especialmente si la memoria nos juega una mala pasada.
He visto que las personas son capaces de hacer diez veces más cosas que las que consideran que pueden hacer. Es un asunto de buen ánimo, disposición, organización y una pizca de disciplina. No es necesario sufrir ni rasgarse las vestiduras porque la vida es corta, a menos que tengamos la extrañísima idea de que sólo tenemos ésta. Las vidas pasadas o futuras no tienen por qué ser (y no son) una cuestión mística o repulsiva como las pintan las religiones más conocidas. La vida, sea presente, pasada o futura, es lo que cada uno de nosotros hacemos de ella y con ella. Ni más ni menos. No tenemos que llevar alas y batas blancas, ni convertirnos en cerdos. Después de todo, la vida presente que estamos viviendo no es más que lo que fue la próxima vida de nuestra vida anterior.
En pleno 2011 hay muchísimas personas que creen a pie juntillas que el que Neil Armstrong haya pisado la superficie lunar es una invención con oscuros fines políticos o quizá satánicos. Hay incontables personas que no conciben que exista más mundo, más espacio que su aldea natal. Y así es para ellas. No hay nada más. El alcance en el espacio, hasta donde podemos extender nuestro interés y nuestra atención es una pura cuestión de voluntad. Lo demás son cuestiones mecánicas: unos cuantos atlas, un mapa estelar y, desde luego, internet son un buen comienzo. Exactamente lo mismo ocurre con el tiempo.
Pensaba que el perfume se había evaporado. Hubiera sido una lección mejor. Tuviste la suerte de que te lo robaran, así pudiste descargar el peso de la culpa en las espaldas de otro.
A mi, al contrario que a ti, me parece tremendamente arriesgado imaginar otra vida en la recámara. Tal como tú lo describes suena bien. La realidad, me temo, es que esa otra vida se utiliza como simple consuelo para compensar las frustraciones, las indecisiones, las incapacidades, o las desgracias de la vida. La real, la que tenemos, la que vivimos, pues, aunque vivamos mil, solo vivimos realmente una: la presente.
Todo lo demás, una vez más, es pura entelequia. O como dijo el otro: de lo que no se puede hablar, es mejor callarse.
Vecino, veo que has desencadenado una avalancha de confesiones con esta entrada. Para no ser menos, confesaré que sufro de un mal parecido al del caramelo y el del perfume: el de guardar «the best for last», como la cereza en el helado. Esto tiene dos posibles problemas y es que cuando llega el final, a veces ya no tenemos hambre, o que tenemos cerca a un ladrón de cerezas que actúa a la velocidad del rayo… Por otro lado, como M he guardado algunas cosas para alguna próxima vida. No demasiadas, pero sí algunas. Como ser ballerina, por ejemplo.
Desde que el mundo es mundo, las personas han utilizado toda clase de cosas, muchas de ellas, sagradas –como la Libertad, la Verdad o la Vida, por poner un ejemplo– para los propósitos más oscuros que es posible imaginar. Y no sólo las utilizan, las desvirtúan, las redefinen, las alteran, las tergiversan, las retuercen….. no veo por qué habría de ser diferente con el tema de la siguiente vida.
Sin embargo, tú ni ninguna persona sensata dejaría de creer en la Libertad ni de inclinarse ante la Verdad, ni de respetar la Vida por el hecho de que alguien como Franco hiciera algo horrible con ellas. ¿O sí?
Olvidé un punto, que era EL punto de mi comentario…. no vi TU confesión. Esta estupenda entrada, escrita en primera y tercera personas del plural, me hace preguntarme ¿Y tú, vecino querido, qué?
Me ofendes gratuitamente. No sé qué te hace pensar que me interesa o necesito «descargar el peso de la culpa» sobre espaldas ajenas. Supongo que se trata de el tipo de bromas que puedes hacer cuando estás de mal humor… avinagradas. Ninguna otra cosa me haría sentido.
Sin embargo, dice mucho de tu sensatez y discernimiento el que suene bien como describo las demás vidas. ¡Pues así es como son! Tienes toda la razón, toda toda toda en que sólo vivimos la presente y esa es la que estamos viviendo. Y es la que importa y es donde somos responsables por vivir, con todo lo que eso implica, para mal, pero sobre todo para bien. El que –como dice tu vecina– otros usen «la otra vida» únicamente como posibilidad de absolución o, peor, de consuelo de tontos o de premio, no es un argumento válido, en mi opinión, para negar su existencia.
K,
Creo que está bastante extendida la costumbre de dejar lo bueno para el final. Cuando alguien tiene varias tareas por hacer comienza por lo malo para dejar lo preferido para el final. Disfrutar de algo bueno cuando algo desagradable nos espera después, ensombrece las perspectivas. Sin embargo, una vez quitados de en medio los obstáculos disfrutamos doblemente al tener frente a nosotros, como en un cielo sin nubes,lo que deseamos hacer.
Llegar a este ese punto es lo que produce pereza y es por eso que muchas veces los objetivos no se logran. A pesar de saber que al final del camino encontraremos la recompensa, el esfuerzo de recorrerlo nos hace tirar la toalla.
De un modo parecido, cuando logramos lo que tanto anhelábamos nos da pena que se acabe y ahí viene la tragedia de sufrir con antelación el fin de algo en vez de centrarnos en el momento presente.
Este fenómeno alcanza dimensiones terribles cuando es la propia vida la que desaprovechamos por cualquiera que sea la causa. Me da igual que sea el fantasma de la muerte, el miedo a las desgracias o la resignación que nos lleva a imaginar que un futuro incierto, dios proveerá, nos recompensará por todo lo que hemos sufrido. Esta enfermedad llega al sumum cuando vamos acumulando sufrimiento voluntariamente con la esperanza de que ese sufrimiento se convertirá en dicha más allá de la vida.
El primer plato debería ser el bueno y el segundo el malo. Si aprendemos esto tal vez llegue el momento en que el segundo plato esté de sobra pues ya nos habremos saciado con el primero y ni tan siquiera nos haga falta el postre. Es, desde todo punto de vista ridículo comerse primero lo que no nos gusta pues al hacerlo así lo hacemos necesario. Lo convertimos en un paso obligado hacia lo bueno. Esto no deja de ser un absurdo.
Lo bueno de escribir es que el que lee tiene que buscar la confesión entre líneas. Siempre es así aunque aparentemente nos confesemos.
M,
Espero que la ofensa gratuita sea una broma porque nada está más lejos de la verdad. Confundes el vinagre con un buen vino servido con el mejor talante.
Las otras vidas no son ni pueden serlo mientras estemos en ésta.Ahora sólo hay ahora. Puedo hablar del pasado o del futuro pero no existen. Puedo ver el blanco e imaginar el negro pero debo discernir entre lo que veo e imagino. Puedo crear conceptos pero no puedo inventar los objetos.
El problema de fondo no es negar la existencia de algo, el problema es afirmarla. Yo no sé lo que pasa ahora a mi espalda, puedo decir, en un exceso de ingenuidad, que no pasa nada, lo que no puedo bajo ningún concepto es afirmar con seguridad lo que está pasando.
Menuda lectura para un sabado por la mañana. Casi me dan ganas de saltar de la cama y hacer algo, aunque sea limpiar.
Long time no see or better yet long time no read. But I’m back!!
Empezaré por la necesidad de consuelo que tenemos los humanos. Ante la adversidad y las terribles injusticias que ocurren a diario me parece hasta justificable que busquemos consuelo en los dioses (que nosotros mismos hemos creado o no).
Procrastinar es divertido si le damos la vuelta y lo empleamos en situaciones de estress. Los que trabajan sin parar y sin disfrutar de la vida deberían procrastinar o reducir al menos su jornada laboral. Procrastinar sirve para algo, es la antesala al espabilamiento (al menos en mi caso).
I missed you J =)
No, sabes que no lo era. Perdóname, pero tiendo a no sentirme particularmente agradecida cuando me llaman irresponsable, aunque sea en compañía de un buen vino.
Te encuentro razón con la alegoria de la espalda. Sin embargo, a menudo es buena idea saber lo que ocurre a nuestras espaldas, a fin de poder tener un mayor control del presente que sin duda alguna viviremos y vivirán quienes nos rodean el día de mañana, que como bien dices no existe hoy, pero sabemos bien que llegará, como que sale el sol. Después de todo, sólo es necesario darse la vuelta y MIRAR. Decir que no ocurre nada es nuestro derecho, pero no siempre es sensato.
Charlotte,
Encantado de verte de vuelta. ¿Qué ha sido de Foreign girl?
Mientras seas consciente de que inventas los dioses y de que procrastinas como mera diversión no hay el menor problema. Ésta surge cuando tato lo uno como lo otro se convierten en necesidades inevitables.
I missed you too Ch
M,
Aún jugándome ser aplastado por tu furia, insisto en mi absoluta inocencia.
En cuanto me doy la vuelta y miro, lo que miro ya no está a mi espalda. Parece una obviedad pero esa es la clave: darse la vuelta y mirar.
Foreing girl ha cambiado el nombre del site, lo enviaré por correo a todo aquel que lo pida, pero no quiero enlazarlo a Fire in your eyes por diversos motivos.
A padres virtuales no se les niega nada asique pide y se te dará. =)
Pido
Buen tema J. creo que nos pillas a todos o a casi, casi todos.
Confieso que a mi también me ha pasado en no pocas ocasiones eso de guardar algo…
Últimamente me he sorprendido a mi misma disfrutando de cosas, de momentos, de objetos, ropa… sin que fuese un día especial, sólo porque sí, de hecho hacer eso hace de días normales, días especiales…
Eso quiere decir que uno puede, cambiando su punto de vista cambiar días normales y vulgares y hacerlos especiales (poniéndose esa ropa de los «domingos», decorando la mesa de una forma especial para cenar, comprando un postre especial… uno puede crear lo que quiera ¿o no?
Creo que voy a concentrarme más en practicarlo.
Un abrazo.
Cris.
Tuviste la suerte de que te lo robaran, así pudiste descargar el peso de la culpa en las espaldas de otro. ¿Podrías explicarme, como si fuera una niña de 5 años, de qué manera lo anterior no es una ofensa? Mi padre siempre me decía que «había que darle una salida honorable al enemigo…» pero nunca fui una hija dócil.
Sí, es la clave para muchísimas más cosas de las que te imaginas. Lo que dices sobre lo relativo de la espalda es muy cierto. Quizá sea también la clave que devela TODOS los misterios. ¡No se te ocurra usarla! O-:
Tiempo sin verte Cris.
Dices que uno puede crear lo que quiera. Al menos puede intentarlo o al menos pude querer crear. Todos son pasos en la misma dirección. No hacer nada , posponerlo todo no es más que miedo disfrazado de prudencia.
Otro.
M,
No es la primera vez que pretendes que te explique algo como si fueras una niña de 5 años. Eso no tiene gracia, ni tan siquiera es un reto. Ya sé que no los tienes. A veces las cosas se dicen de una forma y quieren expresar otra cosa. A veces hay un doble sentido. Otras, sin embargo, aunque te asombre, son simplemente bromas o juegos de palabras. Buscar algo oculto donde no lo hay es tarea inútil.
No se te ocurra mirar es lo mismo que dijo dios a Lot a la salida de Sodoma y Gomorra. Su mujer se convirtió en estatua de sal por no obedecer. La pobre mujer pagó caro su atrevimiento pero demostró ser más humana que su acogotado marido.
Amén.
No me lo vas a creer, pero esa historia Bíblica es un símbolo de la única razón por la que no miramos hacia atrás ni hacia los lados y aunque resulte difícil creerlo, hacia adelante: el miedo «acogotante» no necesariamente a ver algo horrible, sino a que algo horrible nos suceda. Como a ser explulsados, encueros, de un místico Paraíso. O a perder el amor para siempre, como le pasó a Orfeo. En muchos casos, el famoso Carpe Diem, especialmente cuando es prescrito por un psicólogo, tiene los mismos fines, un cuento para aterrorizar a los niños u orejeras para caballos, según se quiera ver.
Así sea.
Ese es el miedo que nos hace dejar de hacer cosas por lo que pueda pasar. Ese es el miedo que nos meten en el cuerpo para anularnos. Ese es el miedo más terrible porque ni tan siquiera es nuestro propio miedo.
OMG, ¡estoy impresionada! En esa respuesta, me atrevo a asegurar, ¡¡has condensado más Verdad-por-caracter que en lo que te haya leído jamás en todo este tiempo!! Wow! Mereces un premio. Ya te lo envié. (-:
Gracias por el premio. Interesante y cierto.
[smile]
Dr. tengo un terrible problema de procrastinación, pero mejor dejemos eso para otro día….
Hola Oscar,
Gracias por tus palabras. Mejor te contesto mañana.