Tres días para el invierno, dos para las vacaciones, siete para navidad y trece para fin de año. Cifras y letras. Usadas una y mil veces, distintas cada vez. La noche me alcanza, el sueño no llega y escribo sentado junto a luces de colores que parpadean. Suena la voz de P.D. y yo me detengo por unos instantes. Escucho, asiento y prosigo. Prosigo por el camino de letras que llenan los minutos que faltan para completar este día que termina. Día que como los anteriores he llenado de hechos, vacíos y esperanzas. Esperanzas que me llevan por caminos lejanos y anhelados. Anhelos que recrean deseos y duelen como heridas muchas veces abiertas. ¿Por qué caben tantos sentimientos en un solo día?
La navidad que llega imparable. Contradicción. Repulsa y apego. Memorias y recuerdos. Infancia lejana que se acerca de nuevo saliendo de la negrura terca del olvido. Alegrías demasiado almibaradas para poder ser creídas. Alegrías, sin embargo, que combaten el frío. Alegrías que son abrazo a escondidas. Recuerdos de días irrepetibles creados por la memoria caprichosa que gobierna nuestras noches y nuestros días. Repetición eterna de momentos vividos para traerlos de nuevo a nuestro lado. Para vivir en el tiempo pasado. Para tratar de no añorar lo siempre añorado. La navidad que llega para no quedarse. Pasará fugaz como pasan las pausas, como pasan las noches en que uno se queda dormido. ¿Por qué nunca se echa en falta el presente?
Pienso en los días que me esperan. Pienso en ellos y sonrío pues todavía estoy a tiempo de llenarlos a mi antojo. Lo que todavía no ha llegado está siempre a nuestro alcance. Lo por venir es aún de un blanco inmaculado. Llenarlos de colores es mi juego preferido. Pienso en libros y canciones. Pienso en noches que no teman la llegada del día. Pienso en caminos llenos de pisadas. Pienso en palabras compartidas. Andar, leer, escuchar, hablar, pensar y de vez en cuando escribir sobre todo lo que flota entre las neuronas que aún me quedan. Vivir sin más. Sentir que el tiempo tiene sentido. Saber que lo menos importante son el principio y el fin. ¿Por qué la verdad amenaza siempre con dolernos?
La noche rendida al frío no me afecta. Aquí y ahora las luces son como llamas naranjas que calientan los dedos que escriben, que empujan las palabras al mundo concreto de lo dicho, pensado y escrito. La música, una vez más, me mece suavemente y descanso más en ella que en el más blando de los colchones. Frío que acecha ahí fuera. No me importa. Yo siempre he preferido estar dentro. Frío que me invita a mirar el árbol lleno de bolas de colores, el verde casi escondido entre tanto exceso. Esa luz que se enciende y se apaga y que llena mi entorno de sombras y colores que me acogen. Ese lugar en el que cada año me refugio. Esa mentira que ahora tanto me gusta. Esa mentira que aún no ha llegado y ya temo que termine, que se vaya. ¿Será esto lo que llaman navidad?
Touché! Esa es una canción tan especial…. nunca se me ocurrió que otra versión podría especializarla más aún. Txs. Espero que la noche haya sido, efectivamente, Buena. Y que hayan fluido todas las cosas que cada año se recrean mágicamente en esta época.
Dos abrazos, uno para Jaime y el otro, naturalmente, para ti.
Es verdad que es una canción especial. Yo la escucho todos los años. La noche fue tranquila y buena. Gracias.
Dos abrazos, uno de parte de Jaime y el otro, naturalmente, de la mía.
No sé que onomatopeya escribir para expresar lo que produce esta música, estos músicos y esta voz. Probaré con pfff, jo, bua…. No, definitivamente no la encuentro.
Mientrasl lo pienso, thanks y happy new year.
Me alegra que te haya enmudecido. 🙂