Las sorpresas son a veces agradables. Los encuentros pocas veces sorprendentes. Tú has sido las cuatro cosas: encuentro, sorpresa, agradable y sorprendente.
De ti, vergüenza me da confesarlo, no conocía ni el nombre. Una canción, música y palabras que casi siempre pasan desapercibidas, llegó para quedarse. Fulminado. Creo que esa era la palabra. Así me sentí. Tras reponerme te busqué. Primero tu nombre. Después a ti, en persona y al verte vi también tu música.
Pocas veces, más bien casi nunca, coinciden lo imaginado y lo real. Yo no podía intuir tu cara o tu mirada pero sí el halo que desprendes. Delicadeza, fragilidad y hondura. Tanto en ti como en tu música que atraviesa el aire casi sin tocarlo. Tu cara escondida tras la poblada barba. Tu cuerpo siempre vestido de invierno. Presente y ausente si es que este sinsentido puede ser posible.
He recorrido durante días tu música. La he escuchado quieto y en silencio. Hipnotizado. He paseado con ella. He vivido y he sentido. Aquí estoy ahora, rendido.
Tu música duele y no me importa. Tu música respira vida aunque hables de la muerte. Tu música se siente y eso, no tengo la menor duda, es lo único importante.
Earnestly yours,
J.