1. T. nació en otro país. Desde pequeña su vida fue muy dura. Su padre la maltrataba a ella y a su madre. Después de unos años consiguieron escapar de él y se trasladaron al sur de España donde su madre trabajó en el campo. Recogía frutas y verduras. T. estaba la mayor parte del tiempo sola. No guarda tampoco gran recuerdo de esa época.
Desde hace unos años viven en el norte. En un pueblo donde han conseguido trabajo para la madre y ayuda para los estudios de T. Además, T. tiene a su disposición una trabajadora social, una educadora familiar y una psicóloga. Educación, sanidad, servicios sociales, vivienda y trabajo son los pilares en los que se sustentan las sociedades desarrolladas. T. trata de recomponer su día a día después de una vida llena de sinsabores.
2. En T. es fácil observar signos de malestar emocional. A menudo presenta ansiedad y ante cualquier problema su respuesta es la huida. Percibe situaciones peligrosas donde no existe peligro real. Con frecuencia su estado de ánimo es depresivo y alberga profundos sentimientos de ira y tristeza.
En esta situación hemos conocido a T. Llegó en septiembre a nuestro centro y desde entonces hemos sido testigos de sus reacciones de miedo, de ira y de tristeza. Parece sufrir estrés postraumático ya que en ocasiones se ve abordada por imágenes traumáticas de situaciones vividas en el pasado. Es incapaz de llevar a cabo cualquier actividad y al final siempre acaba manifestando una sensación de bloqueo.
3. Desde el comienzo del curso T. ha tratado por todos los medios a su alcance de sabotear el normal desarrollo de las actividades de su clase. Ha luchado denodadamente por impedir que sus profesores y profesoras pudiesen llevar a cabo su tarea. Se ha enfrentado a ellos, se ha negado a hacer cualquier tipo de actividad y ha provocado constantemente situaciones de conflicto en las que siempre pretendía ser la víctima. Ha dividido a sus compañeros y compañeras de clase. Los ha enfrentado y si alguien le plantaba cara recurría a la amenaza personal y al miedo.
Una profesora decidió poner punto final a esta situación y amonestó a T. por su comportamiento. Para tratar el tema le pidió que se quedara para hablar con ella al finalizar la clase. Cuando llegó el momento T. no solo no aceptó quedarse sino que cuando la profesora se puso delante de ella para impedir que se fuera, T. la empujó y salió del aula llena de ira.
La sorpresa y la venganza llegaron cuando una de las responsables del apoyo de T. llamó al centro diciendo que T. había sido agredida por una profesora, que estaba muy trastornada y que pedían una solución inmediata a este problema. Además acusaba a la profesora de racista y de que la humillaba y despreciaba constantemente.
Desde entonces, ya ha pasado un mes, la situación para la profesora esta siendo una pesadilla. Los servicios sociales la acusan, inspección de educación pide informes con todos los detalles y la propia T. amenaza con denunciarle por agresión aduciendo además que como es menor de edad (17 años) el delito es aún mayor. Los propios compañeros de clase corroboran la versión de la profesora pero sin embargo es ahora ella, la profesora, la que se ve en la obligación de demostrar su inocencia.
4. T. tuvo una infancia muy dura. T. tiene aún muchos problemas por todo lo que pasó. T. no se merecía todo aquello. T. fue un víctima.
5. T. se comporta como una persona llena de ira. T. busca una víctima a la que echar en cara todos sus fracasos. T. recibe apoyo ciego por parte de instituciones ciegas que dan por buena la visión de la que fue víctima. T. se aprovecha de su condición de extranjera, de pertenecer a otra etnia , de tener otra lengua para utilizarlo en su victimización. Acusa usando la acusación falsa para no enfrentar la realidad de su fracaso y de sus mentiras. Su madre, que también fue víctima, calla y no dice nada. Asiste impasible a los desmanes de su hija. La psicóloga, la educadora y la trabajadora social anteponen la difícil situación de su protegida a la verdad de las cosas.
6. Yo me devano los sesos por ayudar a la profesora. He hablado con varios inspectores de educación, he asistido a reuniones con la madre muda y el equipo de auxilio social del que disfruta T. He tratado de mediar y de llegar a un punto que pueda permitir seguir adelante a todas las partes. Por fin después de un mes la situación parecía llegar a buen puerto. T. volvería al centro, hablaría con la profesora para al menos poder convivir el tiempo que queda de curso y todo podría volver a algo parecido a la normalidad.
El día D y la hora H llegaron y T. no se presentó a la cita. Su equipo protector nos informó de que finalmente no pensaba volver más por aquí. No se reincorporaba y el curso lo daba por perdido.
7. Investigaciones posteriores han demostrado que el curso pasado hizo lo mismo en otro centro. Con este ya van dos años perdidos. Ira y víctimas, además de ella, por el camino.
8. Se hace duro reflexionar sobre víctimas y victimarios. Sobre la ayuda y el abuso. Sobre la justificación de cualquier comportamiento por una pasado terrible e injusto. Sobre profesionales que entienden su labor como justificación constante, como apoyo indubitable. Sobre instituciones que creen que la neutralidad es siempre posible. Sobre la impotencia de quien es acusado por los pecados mortales del racismo y la xenofobia. Sobre el flaco favor que se hace uno a sí mismo cuando utiliza lo que le hace diferente como motivo fácil e inventado de oprobio. Sobre la verdad que intentan imponer a veces los que de todo huyen.
9. Siento que hemos fracasado, que no hemos arreglado nada y que nadie ha sacado nada bueno de esta experiencia. Siento pena.
10. La profesora, a pesar de todo, esboza un triste sonrisa al ver que todo ha terminado. Sus compañeros y compañeras de clase, ellos sí, a esa edad no hay dudas, solo certezas cuando juzgan, celebran ver el asiento de T. vacío.
Ánimo!.No sientas fracaso. Ten la tranquilidad y el orgullo del deber cumplido.
Solo sois una rueda del engranaje social. ¡Ojala todas las ruedas de ese engranaje funcionaran como vosotros!
Releído el texto parece más un informe psicopedagógico que otra cosa. En cualquier caso se agradece, y mucho, que desde fuera lo veas como un deber cumplido. Al juzgar los actos de cualquiera, y por supuesto de uno mismo, si esta condición se cumple, la de cumplir un deber, hay que darse por satisfecho.
Lo demás, es inevitable, son lo sentimientos que quedan pues en muchas ocasiones aún teniendo la conciencia tranquila algo nos sigue royendo el interior. Es fácil confundirlo con la conciencia. Los sentimientos pueden ser tramposos.
Salud Antonio.