Semana Santa, vacaciones,familia,música,Knausgard y un teléfono

Esto va tocando a su fin. Aún tengo unos días por delante. Ahora estoy solo. Una taza de café entre las manos. El cielo nublado y yo dentro de la casa. Estoy sin cámara de fotos y todo lo que tengo para robar imágenes es mi teléfono.

Han sido días de calma y movimiento, de lecturas, viajes y muchos kilómetros recorridos; de música, de libros, de familia y de tiempo por delante.

Los días recién pasados se convierten ya en recuerdos al ponerlos negro sobre blanco. Libros, músicas, imágenes, conversaciones, planes para el futuro, comidas, fotografías intercambiadas llenan ahora el tiempo rememorado. Días intensos y a la vez tranquilos, días que seguro formarán parte de lo que nuestra voluntad elige recordar.

El campo, las piedras, la nieve y la gran ciudad mezclados. Los caminos de tierra, las carreteras, las calles y avenidas, todos recorridos, caminados hasta que duelen los pies y necesitamos un descanso compartido, un intercambio de palabras que completan el hueco de los días pasados en la distancia.

Hay un mirlo que ha venido a vivir al jardín. Cada vez me tiene menos miedo. Camina dando pequeños saltos y cuando me acerco se limita a alejarse solo un poco. Ahora lo oigo cantar. Cuerpo negro y pico naranja. Mirlo negro que interrumpe mis recuerdos. Mirlo y realidad. Abro la puerta y salgo. Ahí está, buscando entre la hierba verde algo que comer.

El resto es mantenerse en el alambre de la vida y esperar. Para él y para mí. Para vosotras espero que no.

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