Todos queremos ser felices.En ello, se supone, ponemos todo nuestro empeño.¿En qué consiste eso de la felicidad? Si todos anhelamos lo mismo, sería lógico pensar que deberíamos estar de acuerdo en el objetivo.En realidad no vale decir » quiero ser feliz».Tendríamos que especificar qué es eso que tanto deseamos.
Empezamos mal, hay tantas definiciones de felicidad como personas.Veamos el otro aspecto de la cuestión:¿qué método utilizamos para lograr nuestro objetivo?No hemos hecho más que empeorar la situación.Los métodos parecen también infinitos.
La conclusión,en principio, es desalentadora.Buscamos algo que no sabemos bien en qué consiste y no conocemos un método seguro para lograrlo.
Unos quieren satisfacer todas sus necesidades, otros no quieren tener ninguna.Hay a quienes les gustaría detener el tiempo en un momento preciso y quedarse en él eternamente.
Seamos más profundos.Los pesimistas, representados por la moral cristiana, por ejemplo, consideran este mundo un valle de lágrimas y posponen el colmar sus anhelos de felicidad para otro mundo, aquél en el que todo será maravilloso. Mientras tanto resignación y a fastidiarse aquí durante ochenta, noventa o incluso cien años.
Los cínicos, con cierto sabor a posmodernismo, defienden el disfrute instantáneo del momento.Piensan, y de momento no les falta razón, que todos los intentos por conseguir un mundo feliz han fracasado. Su conclusión es que esto demuestra que hablar de felicidad en la tierra es una entelequia y por eso ponen todos sus esfuerzos en pasarlo bien, sin importar el mañana. Para disfrutar de este modo hay que estar preparado y por eso vivimos en una época en la que el cuerpo manda sobre el espíritu.El cuerpo pide satisfacción inmediata, el espíritu una transformación de la realidad que posibilite otro escenario posible.
Los prácticos no piensan mudho. Aceptan las cosas como son(¿?). Nacen, crecen, trabajan, se reproducen y mueren.Suelen buscar su felicidad en los logros materiales obtenidos. El sumum sería una visa oro sin límite de crédito.Los tontos leen «Un mundo felz» y no lo entienden, consumen como posesos libros de autoayuda y hacen colecciones, muchas colecciones.
La clasificación, caprichosa, como casi todas, podría extenderse hasta límites insospechados.Podemos resumir estas clasificaciones en dos tipos: por un lado los que quieren darle la vuelta al mundo como a un calcetín, como condición indispensable y los que han hecho del carpe diem el norte de sus vidas. Por otro, y no son excluyentes,los que buscan la felicidad fuera de ellos y los que la buscan dentro de sí.
Para el común de los mortales la felicidad no depende sólo de uno mismo. Ahí está la trampa. Por mucho que uno se esfuerce, al final, si las hadas están en su contra, y las hadas en este caso suelen ser muy terrenales: salud, dinero y amor (póngase en el orden que se quiera), no hemos conseguido casi nada.Para alguna excepción aislada, la vida interior, la introspección, la meditación y la calma son la receta de la felicidad. Todos solemos admirarlos, pero no queremos ser ni vivir como ellos.
Entonces ¿qué?, ¿todo depende del azar?,¿es posible ser feliz?,¿será tal vez que los absolutos son inalcanzables?,¿serán sólo productos artificiales creados por el lenguaje?
De la misma manera que es dificil de aceptar que haya alguien intrínsecamente bueno,objetivamente bello, o perdidamente malo, tal vez no exista nadie plenamentre feliz.
¿Qué hacemos mientras tanto?,¿seguimos luchando por transformar el mundo radicalmente o aceptamos nuestra incapacidad de ser felices? También existe la vía del medio, que es la que la mayoría utiliza: tomarse una copa de champán helado en una bonita terraza rodeada de flores y árboles un rosado atardecer en compañia de buenos amigos.Hablando, eso sí, filosóficamente sobre la felicidad.
El mundo ha ido evolucionando a lo largo de los siglos.Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos,que hoy vive más cantidad de gente mejor que hace, por ejemplo, mil años, que la situación de la mitad de la humanidad (las mujeres) es en la actualidad mucho mejor que en el pasado, que el desarrollo tecnológico ha facilitado y hecho más cómoda nuestra existencia, que los avances científicos han mejorado nuestra calidad de vida, que las personas viven más años, que la cultura y la educación se han extendido por nuchas partes del planeta, que la posibilidad de comunicación es enormemente mayor que en el pasado, que hay más seres humanos que viven en democracia, que la participación ciudadana en la vida pública nunca fue tan grande como ahora, que hay mayor libertad en todos los sentidos. Podemos decir, en fin, que en este cesto actual hay más mimbres que nunca para poder desarrollarnos como personas.
¿Podemos decir, sin embargo, que somos más felices que nuestros antepasados?
P.D.: El gran error de base es considerar la felicidad como un objetivo.
Otro gran error es considerar que no existe o no puede alcanzarse, o que nadie puede darte una pista de por dónde pasó y dónde podría estar escondida.
El asunto , desde mi punto de vista, es que la felicidad se suele plantear como algo que está al final del camino, como ese objetivo al que todos debemos aspirar.Lo que yo pienso es que eso tenemos que quitárnoslo de la cabeza.La felicidad, poca o mucha,pasajera o constante es el resultado de nuestra forma de vivir, de actuar, de pensar y de sentir. Está a nuestro lado.Puede que sea esquiva, pero no es un premio , es el resultado de nuestras acciones.
Séneca, empieza su libro Sobre la felicidad, afirmando que uno se aleja tanto más de ella cuanto más afanosamente la busque.Han pasado 2000 años desde entonces y seguimos en las mismas.
La felicidad está compuesta de momentos, no es un estado permanente, lo importante es saber distinguira cuando se aparece e intentar retenerla el mayor tiempo posible.
Concuerdo contigo, Jus, en que lo que debería importarnos no es llegar a la meta sino disfrutar del trayecto.
Un abrazo
La felicidad es fruto del camino, nos acompaña.No es el final.Si sólo vamos pensando en la recompensa, si lo único importante es lo que imaginamos que nos será dado, entonces sólo encontraremos decepción.
Otro para tí
LA FELICIDAD ES SER LIBRE
CABRE CARE CHUTOO
Yo entiendo la alegría como una emoción, un poco arriba que el entusiasmo y un poco más abajo que el interés… ya sabes, la escala aquella. Ocurre básicamente cuando estás siendo productivo, haciendo las cosas que quieres hacer y obteniendo productos o metitas u objetivitos. Si no haces nada, estás estancado, no logras las cosas que se supone que debías (que tú mismo decidiste que lograrías) como individuo, como parejo, como papá, como miembro de un grupo, como ciudadano, como miembro de la especie humana, ETC. cómo rayos se supone que te sientas contento y alegre, mucho menos feliz… sólo que estés, ya sabes, ciego o mal de la azotea. Cada momento en que ganas una pequeña partida con nuestra amiga, la Vida, te pones un poquito o un mucho alegre, contento, incluso entusiasta… cada vez que pierdes, pues es lo contrario. Si no ocurre ni lo uno ni lo otro, te aburres como ostra y terminas enfermándote para tener algo que hacer….
Yo no le veo la complicación al asunto. Tampoco veo en qué se basaba Séneca para tal afirmación, sí, suena interesante, incluso inteligente, pero ¿verdadera? Mmmmh, no me hace sentido….
Por otra parte, no veo por què la felicidad no puede ser una especie de «premio». Yo pienso que la dicotomía placer-dolor (y no necesariamente físicos) puede ser bastante funcional para indicarnos la corrección o no de la dirección a la que enfilamos, al menos en relación a nuestras propias metas (personales, familiares, ciudadanas, etc. nuevamente). Que la «moral religiosa» use o haya usado este enfoque y que la Católica lo haya usado por siglos para fines non sanctos no le hace ilegítimo, mucho menos inútil.
Ooops, perdón, la alegría va un poco antes que el entusiasmo y un poco depués que el interés… parece que estoy de cabeza.
Hola Francisco,
Me encanta que ejerciendo tu libertad hayas decidido pasarte por aquí.Ojalá también seas feliz al hacerlo.
Nos vemos
Milla,
En este caso la escala no cambia las cosas.La alegría, el entusiasmo o el interés que nos despierta la vida es lo que nos acompaña por ella.Es ella quien nos invita a hacer las cosas que queremos hacer.Yo no la considero un premio por haber ganado algo.Tal vez la satisfacción por lo bien hecho se parezca más a lo del premio. Una persona que movida por la alegría de vivir se siente además satisfecha con lo que hace podrá acercarse aunque sea un poquito a eso que llamamos felicidad que no existe, en mi opinión , en terminos absolutos,pero que nos sirve de referente para entender esos momentos en que la alegría y la satisfacción se mezclan.
Desde mi punto de vista Séneca dio en el clavo puesto que la felicidad no es algo que se busca sino algo que en todo caso se recibe como resultado de nuestras actuaciones. De la misma forma que el amor no es un premio y es inutil salir en su búsqueda.
El placer y el dolor se equivocan muchas veces y más si los usamos como referentes de la correción o no de nuestras acciones y metas.Las direcciones más correctas no llevan al placer en muchísimas ocasiones.
El uso que de estos conceptos ha hecho la iglesia católica es en una palabra deleznable.
Ha sido un placer
Grrrrrr!!! No puedo determinar dónde está el desacuerdo esta vez! Me siento como si tuviera los ojos vendados. No lo veo!!! Eso significa que permanecerá. 😦
Bueno, qué le vamos a hacer. Supongo que «es la voluntad de…. ¿Dios»?… ¿de la vida? De….. ¿Séneca? de alguien, en todo caso.
De acuerdo en las penúltimas 2 líneas al menos.
No hay más voluntad que la tuya.
Yo el desacuerdo lo veo en el asunto del premio y la partida..Por lo demás, podríamos fumar la pipa de la paz tranquilamente.
Jao
Una tentación increíble para alguien que se ha retirado recientemente del humo. Jao.
La mejor manera de vencer una tentación es caer en ella.
Oscar Wilde?
Effectively
Buscar la felicidad siempre ha sido una necesidad innata en el ser humano, aunque no todos estamos dotados con las mismas capacidades ni condiciones para lograr alcanzarla, ni menos aún mantenerla. Tampoco nuestras circunstancias individuales y sociales nos sitúan a todos en un mismo punto de partida, y a ello habrá que sumarle los obstáculos que encontraremos en el camino; obstáculos que no siempre sabemos sortear. Esa búsqueda de la felicidad se ha constituido como la verdadera piedra filosofal de nuestra existencia. Hagamos lo que hagamos siempre subyace el deseo de ser feliz. Bien es cierto que si tenemos en cuenta algunos comportamientos humanos, parecería que esta afirmación en muchos casos está fuera de lugar. Hay que tener en cuenta que los obstáculos de los que hablaba no siempre nos los encontramos; en muchas ocasiones nosotros mismos los ponemos.
Me ha gustado tu blog. Si te apetece pasarte por el mío, un recién nacido, de hecho, creo que te interesará. Al menos no te dejará indiferente: http://forogam.blogspot.com/
Un saludo.
Joan Montané.
Hola Joan, bienvenido al blog.
Tardo en contestarte porque hoy he descubierto tu comentario en el sitio equivocado.No sé por qué, pero estabas en la lista de spam.
Ya he solucionado el problema.
El asunto de la felicidad es inherente al ser humano.Quien dice que no quiere ser feliz miente.Es algo consustancial.Sigo pensando que el error es ponernos la felicidad como objetivo. Si lo hacemos así, será como perseguir la zanahoria que nunca alcanzaremos.
Gracias por tú visita y perdón otra vez por el retraso. Nos vemos en tu blog.