Llevo días intentando convencer a mis alumnos de que el mundo es mejor de lo que era. Llevo toda mi vida intentándomelo creer. Hablamos en clase de la revolución industrial, de la conquista de derechos, de la sangre derramada por su causa, del sufrimiento que ha traído consigo poder decir lo que uno piensa. Ellos me miran atónitos. Yo soy el ingenuo y no ellos. Yo el joven, ellos los viejos.
Yo trabajo con jóvenes de entre 17 y 20 años. Les escucho todos los días, les discuto, les reto, les atosigo con endiablados argumentos, les rebato, les provoco. Hoy soy Adam Smith, mañana seré Karl Marx. Hablo de guillotinas, de colonos exterminadores, de indígenas aplastados, de un Mayflower sangriento. Les hago leer en alto la declaración de independencia. Esta les aburre, la sangre, sin embargo, excita sus pupilas. Quieren más. La guillotina les inspira más que la declaración de los derechos del hombre.
Su imagen del mundo es mucho más negra que el negro más profundo. A su lado, yo, que me creía el perfecto sofista, parezco un adalid del movimiento de los ciudadanos satisfechos, el epítome de lo que ellos desprecian.
Su horizonte siempre está a la vuelta de la esquina. El verbo sólo lo conjugan en presente. El futuro es inextricable. El pasado, tristemente, les aburre.
Todos los políticos roban, el poder siempre corrompe, la violencia es necesaria, lo mío es mío y lo tuyo también si puedo. La pena de muerte es la más justa de las penas. Ojo por ojo, diente por diente. Dicho así, parece que piensan, mal o bien pero piensan. En realidad no piensan nada. Es la generación desinteresada. Su cerebro está apagado. En standby en el mejor de los casos.
Aportar luz es tarea de titanes. Me olvido de instruir. Me bastaría con el humilde rol de una cerilla que ilumine levemente la cueva donde viven. Despertar las ganas. Hacerles ser curiosos. Nada más.
Yo trabajo con jóvenes. La mayoría son seres desarraigados. Han construido su vida acumulando fracasos. El mundo les ha arrinconado y ellos se refugian en su rincón despreciando lo que otros tienen y ellos no se atreven a soñar. Son víctimas pero también verdugos. Verdugos, sí, de sí mismos y de quien se les ponga en el camino. Todo les es ajeno.
Cada día me enfrento a ellos. Les miro y siento pena, rabia, amor, compasión y desprecio. Parece una mezcla imposible pero existe. La ignorancia les hace débiles y los débiles provocan compasión, la ignorancia les hace también osados e intransigentes. Desprecio a los intransigentes. Es agotador sentir tantas cosas a la vez y mirar de frente, hablarles a los ojos como si su osadía fuese inteligente, como si su debilidad les hiciera más humanos. Es desesperante que tras sus ojos no haya luz, sólo ceguera.
Yo trabajo con jóvenes, la mayoría mujeres, que desayunan marihuana, que sólo viven el sábado por la noche, que quieren destruir el mundo en el que viven, que gastan lo poco que tienen en zapatos de plataforma, en píldoras del día después, en vino en tetrabrick y cocacola.
Todos los lunes por la mañana, me enfrento al calvario de enfrentar sus miradas y hablarles de un mundo mejor en el que no creen, de derechos que no entienden, de revoluciones de las que sólo les interesa la sangre, de leyes hechas sólo para joderles, de un mundo, en fin, en el que no viven.
Yo trabajo con jóvenes que no escuchan, que son incapaces de aceptar lo que no les conviene, que huyen de la única responsabilidad que tienen: salvarse a sí mismos. Yo trabajo con jóvenes que cavan cada día un agujero más profundo. Trato de quitarles las desgana de las manos. Trato de provocar una respuesta y sólo se encogen de hombros. En grupo se sienten seguros, fuertes sin convicciones. Tomados de uno en uno son sólo como polvo en el camino.
Aceptar que el éxito y el fracaso son conceptos totalmente relativos es la gran lección que tengo que aprender todos los días.
De vez en cuando, al menos, compruebo que las palabras no se las lleva el viento. A veces, una mañana cualquiera, me encuentro con alguno de ellos y me dice : «Hoy me he acordado de lo que nos dijiste».
Respiro hondo, recojo mis libros y papeles y entro de nuevo en el aula donde veinte ojos me miran sin ver absolutamente nada.
Yo no trabajo con todos los jóvenes. Hay también luz entre tanta negrura. Hay ganas de entender y de decir en voz alta las palabras que otros callan. Pensar y decidir es el único camino hacia la libertad. Aprender y comunicar nos hacen humanos.
Para S.,por atreverse a hablar en voz alta.
¿Jóvenes airados o seres humanos en su estado natural? ¿Estudiantes o predadores movidos sólo por su instinto animal? «Homo homini lupus», desde Plauto en su «Asinaria» (obra cuyo título se adapta muy bien a tu experiencia didáctica), hasta el posthumanismo en todos sus estadios sucesivos. Nada nuevo bajo el sol, pues, en este plano inclinado descendente y resbaladizo del ciclo actual de la historia.
La razón ha ido perdiendo su esencia, su fuerza. Ahora eres tú quien, a los ojos de esa representación de la ciudadanía de mañana, no tiene razón, aunque te empeñes en emplearla para que usen la que se supones que ellos y ellas deberían tener; pero en sus cerebros se ha producido un «clic» que los ha desconectado de la realidad, de una realidad que, reconozcámoslo, hemos creado nosotros con nuestros múltiples errores (o, para no tener tan mala conciencia, que corresponde a este punto de la montaña rusa de los ciclos históricos).
Y unos rayos de esperanza son como unas golondrinas imprudentes perdidas en el cielo al final de invierno: como dice el proverbio italiano: «Una rondine non fa primavera» (‘Una golondrina no hace primavera’). Esos pocos son insuficientes para detener el sunami. Si nos atreviéramos a ser realistas, nos echaríamos a temblar ante el futuro inmediato. Son tiempos en los que hasta los cardenales condradicen al papa, como voy a dejar anotado en un comentario a tu post anterior.
Nosotros no ganaremos esta batalla; seamos conscientes de ello y no nos agriemos la sangre.
A muchos de estos he visto también. Y ciertamente hay algunos que desesperan al más paciente.
Es la juventud la etapa en que impera la estética y lo sensorial. Ambos factores son fuente de tremendos disparates.
Coincido en que, sean pasivos o proactivos, ellos necesitan especial atención en la actitud hacia sí mismos y los otros: sólo en la equilibrada interacción pueden ellos (y los demás interactuantes, claro) obtener un beneficio.
Es un grupo difícil, pero cuando se logra la participación, pueden surgir muy buenos resultados.
Saludos.
Albert,
Deambulo siempre en la duda que planteas. La decisión es difícil. Caemos una vez más en la complicada elección entre el camino del corazón y el de la cabeza. El corazón me quiere hacer creer que todo es pasajero. Que no son lo que parecen y que no buscan alimentarse unos de otros. Que el fracaso está motivado en las dificultades que muchos han tenido que soportar, que en el fondo siempre hay esperanza. La cabeza me dice que no, que no me empeñe. Que al fin y a la postre todos somos los principales responsables de lo que somos, tenemos y decidimos.
No sé si echarme a temblar ante el futuro inmediato. Lo que sí me da miedo es ver los monstruos que somos capaces de crear.
Al final será necesario reconocer que el mundo sigue girando por pura inercia.
Ulises,
Bienvenido al blog. Sé que lo que dices es lo razonable y en eso intento poner todos mis esfuerzos. Lo que más me desespera no es que protesten o se rebelen, ojalá lo hicieran, lo que me saca de quicio es su abulia y su apatía.
J, me recuerdas a mi profesor de filosofía al que llamaban Jóker y que nadie escuchaba realmente. Yo siento pena por mis compañeros de generación que no quieren ni ver ni oir. También siento pena porque veo en que se convierten al salir de las aulas…pero dejame decirte que si en casa no se les ha enseñado lo básico: diferencia entre bien y mal, entre actuar o cruzarse de brazos etc… poco puede hacer el profesor…
La generación nini es lamentable, la culpa a mi parecer de los padres. No se lo puedes dar todo a tu hijo en bandeja, le tienes que enseñar lo que es el trabajo, el esfuerzo y el merito propio.
Vecino, no logro comprender tu planteamiento. Tratas de convencer a tus estudiantes de algo que es básicamente falso. ¿Como puede ser HOY el mundo mejor de lo que era con una generación como la que describes? No estamos en los tiempos de la Revolución Francesa ni de la Industrial, ni de ninguna revolución. Mucho menos de ninguna evolución que no sea la de las máquinas, sino todo lo contrario. Desde que dos sujetos, uno en San Petersburgo y otro en Leipzig a finales del siglo antepasado concluyeron que el Hombre era un animal al que se le tocaba una campanita y obedecía ciegamente (o ardía espectacularmente en un horno en Auschwitz), sus ideas han invadido todos los campos de las humanidades, particularmente la educación, y han servido de base para las peores y más vergonzosas etapas históricas recientes de degradación y exterminio humano y el resultado es a los 20 pares de ojos ciegos que te enfrentas cada mañana.
Tienes toda la razón en sentirte como te sientes, vecino. La pregunta sería, ¿seguirás así o harás algo efectivo? En este caso, no hay diferencia con algo que funciona mal en tu blog: necesitas establecer la causa real y verdadera y cuando la hayas encontrado, verás que la solución y la causa están agarradas de manos. Sé que se dice fácil, pero lo cierto es que toma muchísimo menos tiempo del que ya llevas sufriendo.
Charlotte, me recordaste a mi propio profesor de filosofía, el primero y el único, hace demasiado tiempo atrás. Era un viejito como de 80 años, no recuerdo su nombre, pero sí su voz y su imagen, y la historia era parecida a la que tú relatas. Este profesor sólo tenía una estudiante, de una clase de 38, que le escuchaba con atención casi extática y se emocionaba hasta las lágrimas con la expectativa de presentar un trabajo bien hecho. Esta estudiante fue la única que lo tomó en serio (según él mismo le confesó), lo respetó y lo admiró por lo que representaba y lo que intentaba hacer. Tenía 16 años. Tienes razón en lo que dices de los padres, pero esa no es la causa última. Habría que ver cuándo y por qué los padres dejaron de comportarse como padres… especialmente las madres. Y cuál era, de dónde provenía su «base teórica» para hacerlo muy bien justificadamente. En todo caso, no creo que mi vecino querido enseñe filosofía a estos chicos, sería la tortura última para él y no merece algo así.
¿Tienes la respuesta a cuándo ó por qué los padres dejaron de comportarse como padres? Porque me gustaría saberla.
Mi intuición me dice, al menos de las madres,que en el momento en el que entraron en el mercado laboral y dieron más importancia a su trabajo que a la educación de sus hijos. A mi parecer es asi.
Corrigeme si me equivoco por favor.
Saludos
No sólo se trata de la juventud, los tiempos están cambiando junto a las costumbres, las sociedades han transmutado los valores, la política, la filosofía, la psicología. Son acaso las necesidades de hoy las mismas que las de ayer, la crisis mundial está afectando una forma de vida, pues al cabo dependemos de nuestra propia inteligencia, corrupta y abrumada de consumismo, de información, de un progreso incierto, lleno de miedos e inseguridad.
La televisión relegó al abuelo (Historiador en viva voz) a un rincón o residencia, la televisión cambió notablemente los hábitos de la sociedad.
Hoy el cambio está concentrado, es brutal, tremendo y muy rápido. Saturados de problemas la inmigración resultante del esclavismo de vanguardia, de modas violentas, de enfrentamientos gratuitos, de divorcios, de menores sin protección. De ciudadanos sin protección. De protección contra el sistema que nos hunde al tiempo que nos representa.
Los padres, como todos los elementos vinculados, también variaron el concepto familiar, equivocados o no, todos formamos parte de este cambio global que nadie sabe a ciencia cierta hacia donde nos conducirá.
Yo. Minoría Absoluta
El mundo es mejor de lo que era. Sin embargo creo que la distancia entre las dos visiones cada vez es más grande. Gente que lo aprecia y lo valora… y otros que se vendan los ojos y no quieren verlo
S.
PD. Gracias, ha sido una ilusión tremenda
Fire,
Yo me debato entre la pena y la rabia, la ternura y la fiereza, la comprensión y la intransigencia. Llevo muchos años escuchando historias para no dormir sobre infancias duras, familias deshechas, marginaciones y problemas que el común de los mortales creen que no existen a su alrededor. A pesar de todo eso y sabiendo que en algunos casos ayudan a comprender el fracaso, cada vez estoy más convencido de la responsabilidad personal como último y verdadero instrumento de superación de los problemas. La generación que ni estudia ni trabaja lo tiene verdaderamente difícil pero sin su colaboración nada es posible.
Los padres son responsables de muchas cosas pero es evidente que yo no soy mis padres.
K,
Sigo pensando, a pesar de todo,como ya he dicho otras veces, que nunca se han tenido tantas oportunidades como ahora. No vivimos en medio de la revolución francesa, somos sus hijos y nietos y hemos tenido la suerte de que no nos salpique su sangre. Cada vez hay menos justificación para no aprovechar las oportunidades que se nos brindan. Por eso somos más responsables. Haciendo un juicio externo, tal vez seamos más culpables que muchos de nuestros antepasados pero eso no quita lo que yo considero evidente: nunca antes ha habido mayor cantidad de personas que ha podido llevar una vida digna. Precisamente por eso duele más ver la desidia.
eduard,
Las necesidades son infinitas. A medida que cubrimos una creamos una nueva.La sociedad cambia,seguro, pero la sociedad no es un ente que piensa por sí mismo, somos nosotros. Es lo mismo que cuando echamos la culpa al estado como si fuera un ser ajeno a nosotros. Yo no tengo más problemas que mis padres o mis abuelos. La diferencia radica en que ellos luchaban por sobrevivir. Yo puedo tratar de vivir. Tener ante nosotros esa posibilidad y no aprovecharla es lo que revuelve las tripas.
auniveaudelamer,
Lo has resumido en dos líneas. Primero afirmas y luego lo explicas. Estoy de acuerdo.
De nada.
¿Y no habéis pensado que también nosotros, los adultos reflexivos, vivimos en la incertidumbre, que lo que sabíamos ayer hoy es obsoleto, que la velocidad con que evolucionan las máquinas y las ideas (y las modas) nos desconcierta, que lo que llamamos crisis económica, generalizando, no se debe generalizar tanto (mucho peores fueron las crisis de las posguerras)? Si a nosotros nos tiene desconcertados toda esa evolución tecnológica, si no entendemos por qué, de repente, han desaparecido los hombres de Estado (esos que actuaban pensando en las próximas generaciones) y han sido sustituidos por los políticos (que sólo piensan en los intereses de sus partidos, en los pripios y en las próximas elecciones), ¿cómo no van a estar desconcertados los jóvenes? Ante la incertidumbre de unos tiempos como estos, ¡pasotismo y a vivir!
Preocupante, es cierto, y más aún que nuestra generación haya delegado sus obligaciones y responsabilidades a «otros» (las «canguros», o la escuela, por ejemplo, que está sobre todo para transmitir conocimientos, pero no para suplir a la familia en la educación bien entendida).
Se han perdido unos valores, pero no han sido sustituidos por otros. En cierto modo, hemos renunciado a ser sociedad y nos hemos convertido en individuos, y ahí puede estar una de las raíces de los problemas actuales.
Pero a pesar de todo, no somos tan raros: cada generación se ha quejado de una cosa u otra… y el mundo sigue girando (seguramente en la misma dirección que siempre).
V, entiendo completamente lo que dices. Y pienso que tienes razón. Pero es parte, precisamente del problema. Nadie aprecia lo que tiene. Sólo aquello de lo que carece. Y la razón de ello, pienso yo, es que la mayoría de las personas tristemente ni siquiera está donde está. Están completamente fuera del presente en algún lugar remoto de su propio universo, escondidas ni ellas mismas saben de qué. La típica «mirada de ojos ciegos» es la mirada de un cuerpo, donde su dueño, el Ser, la conciencia, está en otra parte. No están ahí porque es demasiado horrible de confrontar, consideran ellos, pero ni siquiera saben que lo consideran.
Charlotte, tengo lo que yo considero ser la respuesta. No sé si será la respuesta para ti, que es lo que importa en este caso….
Es muy sencillo, en un momento de la historia reciente, como le comentaba a mi vecino, comenzó a perder popularidad en Occidente la idea de que somos seres espirituales (o que al menos tenemos un espíritu) y comenzó a ganarla la idea de que somos «animales racionales», fácilmente condicionables, como todo animal. Y que, por tanto, funcionamos por estímulo-respuesta, igual que un perro. Fue a principios del siglo XX con el florecimiento de la psicología.
Si el hombre no es más que un animal (o un cuerpo), instantáneamente muchas cosas pierden sentido y otras que no lo tenían, lo adquieren. Todo cambia. Por ejemplo, el ser hombre o mujer es determinante si somos cuerpos, pero no lo es, si no lo somos. ¿ves la diferencia? Instantáneamente, puedes dividir a la humanidad en dos bandos más o menos enemigos usando ese punto de vista. Si somos animales, todo el discurso nazi que justificó las peores atrocidades podría tener algún sentido, la raza es determinante. Si no lo somos, no lo es. Si somos cuerpos, tiene sentido la clásica idea de la psicología de «vivir únicamente el presente, la vida es una sola y llévate a quien sea por delante, el fin justifica los medios». «Deja que tu hijo llore, no dejes que te manipule» (claro, el ladrón juzga por su condición), «tienes derecho a tener tu vida, no dejes que tus hijos te esclavicen», «tu sexualidad es más importante que cualquier otra cosa»…. ¿te suenan familiares?
Mira un ejemplo, algo que acaba de ocurrir. Ayer acompañé a tu madre virtual a dejar a un amiguito a su casa. El niño quería que la hija de M le prestara algo, ella no quería de ningún modo. Él se empleó a fondo, le pidió, le suplicó, se arrodilló y le besó los pies (esto era, claramente, jugando), pero cuando vio que no surtía efecto, vino lo malo: le ofreció UNA BARBIE a cambio (es un niño de 12 años que tiene un Blackberry y una TV de plasma en su habitación). Como nada de esto funcionó (ya que M naturalmente nunca ha obligado –ni acostumbra a «persuadir»– a sus hijos a compartir ni a hacer nada que no desean hacer por su propia voluntad), intentó chantajearla, amenazándola con revelarle a su mamá un secreto que ella le había confiado. En ese momento, M intervino y le lanzó una mirada fulminante al niño y lo paró en seco. A todo esto, la madre del niño, muerta de la risa, contemplaba la escena como si se tratara de una serie de TV, como algo divertido, pero a la vez ajeno. Y se trata de una familia normal, común y corriente: madre divorciada con hijo único, la norma. ¿De dónde saca este niño esa forma tan corrupta de obtener las cosas que quiere? De sus padres, naturalmente, de su madre especialmente. ¿De donde lo saca ella? De la revista Cosmopolitan (psicología de cabo a rabo), de los «consejos» de la orientadora del colegio, de la televisión, del cura en la misa…. está en todas partes. Es psicología genuina. Le llaman «negociar», pero es la forma más baja posible de relacionamiento con que la psicología pretende que criemos a nuestros hijos/perritos/hámsters (es lo mismo): amaestándolos, comprándolos con cosas que desean o amenazándolos con castigo, como se entrena a los animales.
M terminó enferma después de eso y debió tener esta mañana una larga conversación con su hija para explicarle lo que había sucedido, por qué esa conducta era pésima, por qué nunca debe ceder a ningún chantaje, etc.
Lo que tú planteas de la incorporación de las mujeres al trabajo tiene que ver, pero es sólo una pieza del rompecabezas. Es el desprecio ENSEÑADO y APRENDIDO por el rol de la maternindad/paternidad y su importancia para la sociedad y para el propio individuo lo que ha causado esta desgracia mayúscula. Si no hubiese existido la psicología, la «revolución» sexual y el feminismo (en su lado oscuro) nunca habrían tenido suficiente base teórica para el éxito parcial que han obtenido. No se trata, naturalmente de que las cosas estuvieran bien, por ejemplo con una doble moral y la represión social anterior a los años 60, pero, personalmente, estoy convencida de que lo que hoy tenemos es mucho peor, en términos de involución humana.
V, por favor perdona que me extendiera tanto.
Karen, me estas diciendo que es peor el remedio que la enfermedad?
Coincido contigo en lo de la psicología barata del Cosmopolitan pero también te digo que conozco gente a la que la ha ayudado esa rama del conocimiento, a algunos les ha empeorado…depende del caso.
Y quién está detrás de la psicología? Yo creo que es el resultado de la perdida de espiritualidad. LA gente no cree en nada y por lo tanto necesita un psicologo que le diga que la vida tiene sentido.
A mi me ha encantado tu extenso párrafo 🙂
Albert,
Empiezo por el final. Todas las generaciones se han quejado y todas pensaban que habían alcanzado una situación insostenible. Las crisis de valores son cíclicas. El cambio no tiene por qué ser malo. Las crisis tampoco si de ellas salimos mejorados. Lo peculiar del mundo actual es que tenemos más capacidad de predicción del futuro que la que tenían generaciones anteriores. Tú planteas bien el quid de la cuestión. ¿Resolvemos lo inmediato o miramos un poco más lejos? Nos hemos dotado de un sistema de toma de decisiones en el que nadie se atreve a hablar de lo que puede suceder en treinta años. Eso es lo que los jóvenes han heredado: un gusto exclusivo por lo inmediato.
A la escuela se le pide demasiado. Además entre Bolonias, Logses, Loes y demás la están matando.
El mundo seguirá girando nos pongamos como nos pongamos.
K,
De ser cierto lo que dices, la situación es desesperada.
De todos los pecados que yo veo en los estudiantes el desinterés es el más grave, sobretodo porque porque es el más perjudica al propio que lo comente. Peor es todavía cuando compruebas que entienden lo que les dices y sin embargo son incapaces de actuar en consecuencia. De la misma manera que un alcohólico sabe que se está matando y sigue bebiendo, ellos saben que viven en la marginalidad y que ahí seguirán y, a pesar de todo, evitan hacer cualquier esfuerzo por evitarlo. Para quedarse tranquilos se desprenden de toda responsabilidad y se la encasquetan a todo el que se les pone por delante.
En tu respuesta a Fire yo haría un pequeño cambio. Donde dices animal di animal racional y las conclusiones a las que llegas ya no serían las mismas.
Ser racional hace que las cosas adquieran sentido.
Ser racional no podría justificar las atrocidades nazis.
El feminismo, por mucho lado oscuro que pueda tener y por más peligrosos que puedan ser todos los ismos ha supuesto un paso de gigante para la humanidad (más grande incluso que el de Neil Armstrong)
La revolución sexual (sin comillas) era una revolución necesaria.
A pesar de todo lo que he escrito en la entrada no tengo duda de que hoy estamos mucho mejor que antes.
Ahora, Fire, es tu turno.
Por cierto, ¿por qué es tan necesario creer en algo?
No sé Karen, pero yo no soporto los eufemismos. Si tú te sientes cómodo con la idea de ser un animal, yo no. En mi vida hay mucho, muchísimo más que alimentarme y reproducirme.
Por cierto, jamás en mi vida vuelvo a comprarle un perfume (ni nada) a Chanel.
Que el hombre sea un animal se discute desde el comienzo del pensamiento filosófico. Hoy, con los conocimientos que tenemos, no tenemos más remedio que aceptarlo. Afirmar lo contrario es como construir castillos en el aire. No importa lo bellos que estos sean.
Que el hombre es un animal dotado de lenguaje y razón es lo que le hace distinto de los demás animales. Consecuencia de esto es la conciencia de la propia existencia que vendría a ser el rasgo más peculiarmente humano.
Aristóteles ya nos dijo todo esto y a pesar de lo ingenuo que a veces pueda sonar, lo que dijo con respecto al hombre como animal racional, social y político sigue siendo hoy totalmente válido.
Lo que Aristóteles no sabía es que somos producto de una evolución constante.
«Se admite que hay tres cosas por las que los hombres se hacen buenos y virtuosos, y esas tres cosas son la naturaleza, el hábito y la razón. Los otros animales viven primordialmente por acción de la naturaleza, si bien algunos, en un grado muy pequeño, son también llevados por los hábitos; el hombre, en cambio, vive también por acción de la razón, ya que es el único entre los animales que posee razón; de manera que en él estas tres cosas deben guardar armonía recíproca entre sí. Los hombres, en efecto, obran con frecuencia de manera contraria a los hábitos que han adquirido y a su naturaleza a causa de su razón, si están convencidos de que algún otro camino de acción les es preferible»
Yo tampoco compraré nada a Chanel.
Si se me ha otorgado al palabra tendré que hacer uso de ella.
Te contesto que es necesario creer en algo en los momentos malos, de bajón, cuando todo carece de sentido algúno, cuando la razón no basta. Entonces miramos al cielo y pedimos una señar, un movimiento de una hoja tirada en el suelo que nos diga (que nosotros interpretemos como señal) tu pequeño que estas ahi abajo sigue luchando que no todo está perdido.
Cuando las cosas van de maravilla nadie mira al cielo ni al suelo, solo de frente.
Esa es mi respuesta. No tengo otra mejor.
PD: yo nunca he comprado nada a Chanel y menos a Tommy H (menudo imbécil)
He vuelto porque se me ha quedado algo en el tintero.
En contestación a Karen diré que mi conclusión sobre los dos bandos es la siguiente:
tras leer lo que ha escrito parte de la población me he dado cuenta de que nadie tiene la respuesta y de que siempre habrán dos bandos, el de los racionales y el de los espirituales.
Sin embargo creo que hay una nueva corriente, la del limbo, la de la gente que no se queda ni con unos ni con otros, que simplemente no ha decidido que respuesta es mejor.
Yo prefiero estar ahí, sinceramente. Juro que hay días en los que todo me parece una absurdez tras otra, y hay otros en los que ato cabos y pienso todo forma parte de un puzzle de gran significado…Estaré loca? Si, probablemente.
También sé con certeza que hay cosas que escapan a nuestro control, como la muerte o el amor y me pregunto quien las controla. A parte de eso no sé más.
He repetido hasta la saciedad las benditas palabras del gran filósofo: Sólo sé que no sé nada.
Buenas noches.
A ver… uno por uno.
Charlotte, al menos cuando se trata de psiquiatría SIEMPRE es peor el «remedio» (que no es tal) que la enfermedad (que tampoco es tal, le llaman «enfermedad» para poder vender una matching drug para «tratarla»). No hay demasiada diferencia entre psicología y psiquiatría, al menos, su base teórica es la misma. Todo lo «solucionan» con drogas muy dañinas y convenientemente adictivas, incluyendo a niños cada vez más pequeños. Hay mucha información al respecto en la red.
Yo no conozco a nadie a quien haya ayudado la psicología a mediano o a largo plazo. Basta darle un vistazo a las propias vidas personales de los psicólogos y a las de sus hijos, para darse cuenta que sus teorías no funcionan.
La pérdida de la espiritualidad (y con ella, de la ética) fue causada por la psicología y la psiquiatría en Occidente, desde mediados del siglo XIX. No es consecuencia de tal pérdida, es su causa. Investígalo.
No hay contradicción alguna entre racionalidad y espiritualidad, todo lo contrario. Al menos para Sócrates (al igual que para Hubbard), alma y conciencia/pensamiento (razón) son una. En realidad, si lo piensas, lo absurdo no es pensar que sea el alma la que piense y razone, sino que un pedazo de carne blanda y húmeda como el cerebro lo haga.
Así que ya puedes salir del limbo. Comienza con el Maestro Sócrates (aunque sea a través de Platón, qué más remedio) y verás que tus pensamientos se des-confusionan y lo que ya sabes, se afirma. Por cierto, él dijo eso que repites una y otra vez, pero no pensando que no sabía nada, sino SABIENDO lo mucho que había por saber, en oposición a los que nada saben y creen ser las autoridades.
Me alegra que te haya gustado, gracias por decírmelo.
V, la situación es bastante desesperada en cuanto a lo que queda de humanidad en nosotros: en cuanto a conocimiento y a todo lo que nos hace ser más que animales… o robots. No en cuanto a ciencia y tecnología, ni a guerra, ni al «arte» de pretender drogar a media especie y convertirla en suicida o asesina, no a cosas como el comercio o el marketing… Como bien dices, también hemos avanzado en cuanto a forma a ciertas conquistas legales relativas a derechos y ciudadanía… al menos en cuanto a forma, pero ellas sin educación, es lo mismo que si no existieran y, como dices, sin interés no hay conocimiento posible, ni ningún avance ni oportunidad, agrego yo.
No puedo creer que tú creas que un animal puede ser racional. Es como decir que los animales son plantas andantes. Una planta es una planta. No puede movilizarse por sí misma, generalmente fabrica su propio alimento. Un animal es un animal: se adapta a su entorno para sobrevivir (lo que los psicólogos pretenden que hagamos nosotros: «conoce y acepta tus limitaciones») Un ser pensante adapta el entorno a sí para sobrevivir. Y piensa, considera, decide y crea. Es un ser pensante, independientemente que habite o use un cuerpo mamífero: El vivir en una concha no hace que el cangrejo ermitaño sea un molusco. Un loro, aunque «hable» sigue siendo un ave, una computadora no piensa, aunque parezca hacerlo mejor que algunos humanos… Cada cosa es lo que es, independientemente de la etiqueta que se le ponga.
No sé por cuál razonamiento has llegado a tan peregrina conclusión, ya que tampoco creería que lo afirmas porque lo dijo Aristóteles…. ¿Y qué? Sócrates dijo mucho más que eso y no sólo lo dijo; lo vivió y lo murió. Y muchos otros, antes y después de él. Me parece muy interesante, por cierto, que al Maestro lo hayan matado, así olímpicamente, cual guerrillero o… ¿mesías? [smile]. Que yo sepa, fue el primero y el único filósofo al que han matado. Era realmente peligroso y subversivo. Naturalmente, basta leer el Fedón para entender por qué. La Libertad y la Verdad pueden producir sentencias de muerte con una facilidad espeluznante.
El principio de la filosofía ni siquiera está en el Maestro del maestro de Aristóteles, él fue una especie de puente, sino en los Vedas o al menos en Lao Tsé (mucho antes que Sidarta Gautama).
Me parece detectar un ligerísimo toque de ironía en tu comentario sobre Chanel. ¿Me equivoco? Luego de ver el indignante video de M (se lo envió una amiga psicóloga, por cierto), fui a mi habitación y tiré al bote de la basura mi perfume Chanel. No, no era ése, ni tampoco el N° 5 (ni se te ocurra verlo!).
Finalmente, M, eres ¡tan! dramática y… radical….
Karen yo no he hablado de psiquiatría sino de psicología y me pareces muy radical en tus comentarios sobre el tema. Hasta donde yo sé el psicólogo lo que hace es escucharte y guiarte para que tu solito enuentres la raíz del problema.
La psiquiatría es un tema a parte.
Lo que escribió el discípulo de Sócrates es parte cuento para niños y parte filosofía pura y dura. No olvidemos que Sócrates no escribió nunca nada y nadie nos asegura que Platón reprodujera al dedillo esas conversaciones que tuvo con él…
Siento tener que ponerme del lado de mi padre pero por qué te escandaliza tanto que seamos animales racionales, a caso no tenemos impulsos y necesidades parecidas a los animales? Somos a mi parecer y dándole la razón a Sócrates animal-racional-espiritual.
El alma para Sócrates no es más que la razón de la que tanto hablamos. Nuestra obsesión por sentirnos diferentes nos ha llevado a intentar dar respuesta a incógnitas que no están a nuestro alcance. La muerte, por ejemplo, no se opone a la razón. Nosotros hemos inventado el consuelo de pensar que algo debe haber tras ella. Yo no pretendo dejar de pensar en la muerte. De hecho a ella debemos ser conscientes. Lo que no es razonable es seguir creyendo que sueños, divagaciones y consuelos han de ser tratados como certezas a las que la razón no alcanza. Especular es humano, soñar también y a todos se nos hace inevitable. Saber que morimos y callar es muy difícil. El alma como ente independiente es tan improbable como la vida eterna. Nuestra capacidad de razonar es la que nos ha posibilitado distinguir entre el bien y el mal. Triste es observar que la humanidad ha basado casi siempre la ética en lo divino y no en lo humano.
El hombre es un ser ético por naturaleza ya que siempre trata de buscar lo que le conviene.
El ser humano es un animal que ha escapado de la necesidad de seguir siempre sus dictados. Esto, que por un lado nos abre la mente a todas las posibilidades, es, por otro lado, duro y difícil pues ya no nos basta con comer, refugiarnos y reproducirnos. Hemos inventado las necesidades. Ellas son nuestra bendición y nuestra maldición. Para satisfacerlas damos de nosotros lo mejor y lo peor que llevamos dentro.
Ser consciente de que vivo y de que muero, vivir de acuerdo a lo que me dicta mi razón, plantearme preguntas, incluso sin respuesta, eso es mi alma y ellas me hace racional además de animal.
El espíritu y la razón son en el fondo la misma cosa.
Y sin embargo, se vive.
Me quedo con esto [Ser consciente de que vivo y de que muero, vivir de acuerdo a lo que me dicta mi razón, plantearme preguntas, incluso sin respuesta, eso es mi alma y ellas me hace racional además de animal.
El espíritu y la razón son en el fondo la misma cosa.]
Y yo, de metiche, me quedo con esto:
El alma para Sócrates no es más que la razón de la que tanto hablamos. [Intentamos] dar respuesta a incógnitas que [por lo pronto] no están a nuestro alcance. La muerte, por ejemplo, no se opone a la razón. […] Yo no pretendo dejar de pensar en la muerte. De hecho a ella debemos ser conscientes. Lo que no es razonable es seguir creyendo que sueños, divagaciones y consuelos han de ser tratados como certezas a las que la razón no alcanza. Especular es humano, soñar también y a todos se nos hace inevitable. Saber que morimos y callar es muy difícil. El alma como ente independiente es tan improbable como la vida eterna. Nuestra capacidad de razonar es la que nos ha posibilitado distinguir entre el bien y el mal. Triste es observar que la humanidad ha basado casi siempre la ética en lo divino y no en lo humano.
El hombre es un ser ético por naturaleza ya que siempre trata de buscar lo que le conviene.
El ser humano […] ha escapado de la necesidad de seguir siempre [los] dictados [de su mente reactiva]. Esto, que por un lado nos abre la mente a todas las posibilidades, es, por otro lado, duro y difícil pues ya no nos basta con comer, refugiarnos y reproducirnos. Hemos inventado las necesidades. Ellas son nuestra bendición y nuestra maldición. Para satisfacerlas damos de nosotros lo mejor y lo peor que llevamos dentro.
Ser consciente de que vivo y de que muero, vivir de acuerdo a lo que me dicta mi razón, plantearme preguntas, incluso sin respuesta, eso es mi alma y ellas me hace racional […].
El espíritu y la razón son en el fondo la misma cosa.
Claro que se vive. Es inevitable.
Y yo ¿con qué me quedo?
¡Por fin estamos de acuerdo! Si fuéramos ya sabes qué, vecino, no sería inevitable en absoluto. [smile].
Que buen recuerdo el Janis jan, hace mucho no lo escuchaba y así mucho no pasaba por acá, que bueno es poder tener el don de la palabra, el pensar por sí solos, el no tener que convencer a nadie, que no sirve de nada ya que la comprensión de las ideas se genera de la maduración de estas a través de la experiencia, creo yo…. y darse cuenta que la palabra que grita con más fuerza son nuestros actos. Interesante debate, gracias.
Millina, tampoco compraría channel despues de ver ese comercial (más smile)
K,
Eso habría que verlo.(Si es inevitable o no).
Patricia,
¿Qué hago entonces si no puedo convencer a nadie?
Sí, eso mismo: ¿con qué te quedas? Andamos algo retóricos ultimamente ¿no?
J yo te contestaré: les haces relfexionar. Les pinchas con un palo para que se den cuenta de que duele, para que se den la vuelta a ver quien les ha pinchado y porqué.
M,
Bien sabes que el maestro Sócrates se limitaba a hacer preguntas.
La razón nos ha separado de la animalidad pero también nos ha hecho más animales que los propios animales.Usamos demasiadas veces la palabra razón en vano.
Fire,
Así lo haré.
jaja, Jus querido, no debes convencer a nadie, debes, si así lo quieres o necesitas, expresar o decir lo que quieres sin esperar nada, habrá quienes tal vez encuentren algo de luz para hallar sus propias conclusiones, o tal vez sigan las tuyas, lo importante es la libertad, tanto en el que habla sin tratar de convencer, como para el que escucha pero tratando de que lo escuchado sea sólo una ayuda o mirada más amplia de la que será su propia verdad o comprensión y no la del leído. En este caso, tú. 🙂
Tienes razón Patricia. Era sólo una pregunta retórica. Seguiré haciendo lo que tú dices. En cualquier caso, no tengo otro remedio.