El azar y la memoria

Las primeras palabras que he oído esta mañana nada más despertar decían que habías muerto. Sabía que estabas enfermo pero no quería imaginar que esto pudiera suceder. Hemos sido amigos durante muchos años y ahora tu ausencia me duele, y más la consciencia de que ya no habrá más palabras entre nosotros.

«Me he pasado la vida entablando conversación con gente que nunca he visto, con personas que jamás conoceré, y así espero seguir hasta el día en que exhale mi último aliento».

Son palabras tuyas que yo suscribo. Tu has exhalado tu último aliento. Yo no. Me duele por ello saber que ya no habrá más conversaciones entre nosotros. Me duele el silencio.

Te encontré por azar, supongo, y ahora solo me queda la memoria. La memoria que deja grabadas en mi vida todas las palabras que sin tú saberlo me escribiste.

Quiero que sepas, antes de que te vayas del todo, que siempre que me piden consejo sobre un libro que leer me vienes tú a la cabeza y siempre acabo recomendando El libro de las ilusiones. Podría aconsejar cualquier otro pero, el azar de nuevo, me lleva a regalar ese en concreto. Tal vez porque es libro y porque está lleno de ilusiones. Las dos cosas con las que has llenado mi vida.

Gracias Paul por ser tan buen amigo.

Es duro pensar que ya no habrá más días en los que iré a la librería a por tu último regalo. Ya no habrá más palacios en la luna ni ciudades de cristal. Ya no podré escuchar la música del azar ni viajar al país de las últimas cosas. Me da vértigo sólo pensarlo.

Cuatro, tres, dos, uno… cero y el infinito.

2 comentarios

  1. Esta mañana he visto la fecha que anoté en la primera novela que leí de Paul Auster, febrero de 1990, y me doy cuenta que me ha acompañado desde entonces.

  2. Llevo una lista personal de lo que al comienzo no lo era. Me quede mudo por un largo tiempo al leer: El azar y la memoria.

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