Encontrar algo sorprendente es cada vez más improbable. La imaginación ha ido más allá de todo límite. Es, por definición, inagotable. Todo nos resulta visto, oído o conocido. Todo está dentro de nosotros. Sólo tenemos que buscarlo. Por eso la sorpresa ya no existe. Lo misterioso, lo imaginario, lo irreal eran sólo producto de una disciplina impuesta. El más allá, la metafísica nos servían para hacer de lo que nos rodea algo concreto. Marcaban territorio. Transformamos el desconocimiento en frontera entre dos mundos, uno real y el otro imaginario. De lo que no conocíamos era mejor no hablar. Era preferible tratarlos como simples sueños. Ningún sueño continúa eternamente siendo sueño. Dentro de la imaginación se esconde agazapada la realidad. La realidad es un concepto abstracto. Nos empeñamos, inútilmente, en encerrarla dentro de unos límites, de ponerle trabas, de encerrarla entre muros. La realidad consigue siempre saltarlos. La realidad no es real. Al menos como nosotros queremos que lo sea. La realidad, ya se ha dicho, es un simple acuerdo. Llamamos es a lo que simplemente parece y lo que no parece lo consideramos fruto de la imaginación.
Los niños están perdiendo la capacidad de sorprenderse. Todo les parece posible. No es que tengan todo al alcance de sus dedos, no, lo tienen al alcance de su imaginación. Con eso basta. Con eso les basta. Su realidad es mucho más amplia que la nuestra.
Podemos pergeñar los sueños más osados, diseñar artilugios nunca vistos. Todo se nos hace factible. La imaginación ya no habla de mundos imposibles. Los misterios dejaron de serlo hace ya mucho tiempo. El efecto sorpresa sucumbe sin remedio ante una imaginación sin fronteras. Sabemos ya que la tierra es redonda, que el lenguaje nos ha hecho inteligentes y que dios no existe. No existe, al menos, como antes existía. Sabemos también que podemos pensar o imaginar todo lo contrario. Así dios volverá a crear el universo y Eva, si queremos, será moldeada otra vez a partir de una costilla. Imaginación o realidad. La una está dentro de la otra.
El declive de la imaginación llega con los años. Decrece con el tiempo. Los recuerdos, mientras tanto, aumentan imparables. Según transcurren los días y las horas sustituimos imaginación por recuerdos. Ahora el mañana es amenaza, el ayer, por el contrario, refugio. Prisioneros, en el medio, tratamos de decidir a dónde nos lleva el presente.
Para un niño la imaginación es un continente inabarcable, los viejos, a lo sumo, se limitan a imaginar todo lo que pudo haber sido y no fue. El riesgo del niño es perderse en ese universo sin límites, el del viejo es caer en la tristeza. Los niños cuando hablan, cuando cuentan algo dicen imagínate constantemente. El abuelo siempre comienza sus frases con un te acuerdas. El niño, como la imaginación, es infinito. El viejo, como la vida, tiene sus horas contadas.
Imaginación y conocimiento deberían ir siempre de la mano. La imaginación es alimento. El conocimiento vida. El recuerdo sustento y declive. De los tres vivimos. Nunca se agotan.
Nada más triste que alguien sin imaginación. Nada más muerto que alguien sin conocimiento. Nada más irreal que alguien sin recuerdos.
Querer es la misión de la voluntad. Poder es lo que corresponde a la imaginación. La imaginación cuando llega al poder nos acerca al conocimiento. La imaginación al poder no es un simple eslogan, la frase es del todo realista. No es un sueño, es una necesidad.
La imaginación es la realidad vista de otro modo. Sin la realidad no cabe imaginar.
En estos días que corren, algunos, cada vez más, quieren sustituir la imaginación por la fantasía. La imaginación crea y construye, la fantasía disipa y entretiene. El siguiente paso será pasar de ésta al embobamiento. De ser a parecer.
Ya lo dijo Albert E.: Imagination is more important then knolledge!
(Nada más triste que alguien sin imaginación. Nada más muerto que alguien sin conocimiento. Nada más irreal que alguien sin recuerdos.) Cierto!!
Me encanta tu post.
Chapó!
Siempre es agradable coincidir con Albert.
Gracias
bueno si lo dijo albert que mas se puede decir…
Gracias Gabriel por tu visita y comentario.
Bienvenido al blog.