Nunca creíste ser un tipo ritual y ahora resulta que cada vez lo eres más. Todo se te repite. Te veo otra vez en este final de junio y te veo haciendo y pensando las mismas cosas. Has trabajado duro este año y mucho más este mes. Te miro y me parece estar viendote hace un año y hace dos y hace… Todo está igual excepto por alguna cana más y porque te has dado el lujo de disponer de otro modo tu despacho. Ahora tienes más luz y tu mesa blanca es mucho más grande. Se te ve tranquilo ahora. Estás cansado pero, como se suele decir, con la satisfacción del deber cumplido. El deber objetivo de cumplir con todas tus obligaciones y el subjetivo de ganarle la carrera a junio. No se te ha visto el pelo este mes. Todo por largarte unos días antes y no permitir que julio te vea sentado a esta mesa. Sueñas ya con el descanso y con el retiro. Con paseos interminables y con las mismas fotografías de todos los años. ¿No te aburres? Llegará el fin de agosto y volveremos a ver los mismos campos, los mismos colores y las mismas luces. ¿Ves cómo te repites? Volverás a quitarte los calcetines hasta primeros de septiembre. Para entonces ya nadie te aguantará. Pensarás que la vida no tiene sentido y querrás como siempre retirarte a tu rincon predilecto. Eres bastante predecible y ya no engañas a nadie. Voy a hacer un punto y aparte.
Te gusta mirar tu despacho casi vacío. Acabas de tirar al contenedor decenas de kilos de papel. Has guardado libros y carpetas y ahora te dedicas a contemplar el silencio. Te has levantado de tu silla y has ido hasta la sala de profesores. Ellos se han ido hace ya horas y sus mesas estás también vacías, los ordenadores apagados y en la penumbra parece imposible pensar que esta mañana esto era todo movimiento. Últimos papeles por firmar, última reunión apresurada, último café en el que habéis hablado de los planes para el verano. Todos varían de año a año menos tú que insistes en hacer siempre lo mismo. Creo que piensan que estás un poco loco. No pueden entender cómo te gusta pasar el verano entre el azul y el amarillo. Perdido de todos y de todo. En un momento en que te has levantado han comentado resignados que lo tuyo no tiene remedio.
¿Por qué será que siempre que deseas que llegue algo, que pase algo siempre lo imaginas con antelación mejor de lo que luego resulta ser? Aquí estas, aporreando las teclas, en el momento que añorabas desde hace tiempo y no puedo ver una sonrisa en tu cara. Aquí estás mirando a tu alrededor las paredes, los muebles y las carpetas rojas y negras llenas de papeles y no veo nada en tu mirada. ¿También es esto parte del rito?
Fisgo en tu molesquine y veo que te llevas trabajo. Tareas pendientes. Veo marcados días de julio con cosas que hacer. Ya no estarás aquí sino sentado en la enorme mesa de comedor junto a la ventana. Por ella mirarás el horizonte y soñarás en poder trabajar así: a distancia. Tú siempre fuiste defensor del teletrabajo. Ése donde no hay horarios ni lugar de trabajo. Ése que te permite creer que tú diriges tus días y tus horas. Sueña angelito, sueña.
Es casi la hora de irte. Apenas te quedan unas cosas por terminar. Debes llenar tu pendrive de información que te permita ser independiente allá en la distancia. Copias datos, documentos, direcciones de correo, marcadores y mientras lo haces piensas en el camino a casa. Camino que todos los años, quién sabe por qué, tiene la misma banda sonora. Bob Dylan te cantará al oído una vez más que los tiempos están cambiando. ¿Qué tendrá que ver esta canción con junio, con el fin del trabajo y con tus campos dorados? Te lo dije al principio. No es más que un rito. Y tú caminarás absorto mientras escuchas la canción. Y soñarás.
Levántate ya. Apaga el ordenador primero y luego las luces. Cierra la puerta y no mires atrás. Te espera un día nublado, las calles llenas de gente. No deseperes. Mañana saldrá el sol. En cuanto pises el cemento irás lentamente olvidando los recuerdos de los meses pasados. Es junio, es viernes, el verano comienza y cuando el viejo Bob te anuncie que the times they are a-changin’ tú sentirás que algo te empuja a seguir caminando.
¿Sonreirás? Sabes que sí. No importa que lo niegues.