- Los ansiosos tienen una meta: la alegría, los depresivos otra: la serenidad.
- No hay nada que cueste más que decidir.
- Quien medita, contempla y solo se contempla la nada.
- Cuando la ignorancia y la vanidad se unen, siempre vence esta última.
- La ficción, entendida como mentira, nos debe ayudar a interpretar la realidad que nos rodea, no a inventarnos la realidad que nos conviene.
- La ambición es un arma de doble filo que siempre termina cortándonos.
- Lo más cercano a la felicidad es algo tan cabal como ser consecuente con uno mismo.
- El problema de fondo es que no tratamos el fondo.
- Lo peor de haber sido feliz es estar recordándolo constantemente.
- La competitividad es uno de los mayores y más peligrosos venenos que existen.
- La muerte es la única certeza que tenemos.
- El que pudiendo aprender, no aprende, es un necio.
- Los abismos tienen sentido, no cuando caemos en ellos, sino cuando conseguimos salir.
- El pasado y el futuro no existen, son solo conceptos que inventamos para no hablar de lo único evidente: el presente.
- Aceptar la muerte, mirarla de frente y convivir con ella, es la única manera de ser, en verdad, personas.
- La vida es bella porque es breve.
- Nuestra vida no solo es un cúmulo de experiencias y vivencias, sino que, fundamentalmente, es el camino que han ido creando nuestras decisiones.
- La perfección, o al menos algo que se acerque a ella, suele provocar cierto rechazo.
- El tiempo es la única cárcel de la que es imposible escapar.
- Lo más notable que tiene el ser humano es el deseo de conocer.
- La vida consciente, el yo, el alma, la mente, el espíritu, comenzó en el momento en que alguien llamó piedra a la piedra, sol al sol y muerte a la muerte.
- En la vida real gobiernan las disyuntivas; tenemos que escoger entre esto o lo otro. En nuestro mundo interior dominan las copulativas; queremos esto y lo otro.
- Ni Dios, ni el destino, tal vez el azar, pero decir el azar es no decir nada, nos arrebatan la responsabilidad de nuestros actos.
- La felicidad está en el camino.
- Una delgada línea separa los opuestos.
- La libertad nos puede llevar a la equivocación; ese es el precio que pagamos.
- Saber vivir es la más difícil de todas las artes.
- Las fantasías son para tenerlas, no para vivirlas.
- Hacer lo que nos gusta, decir lo que pensamos, sentirnos, en definitiva, a gusto con nosotros mismos, querernos, ser valientes y tomar decisiones es nuestra tarea si queremos vivir dignamente.
- El uso de la violencia, aunque nos lleve a conseguir el logro que nos proponíamos, es siempre hijo de un fracaso anterior.
- La maldición de los idiotas es no disfrutar de las cosas a su debido tiempo.
- El ser humano tiene una clara, tal vez innata, tendencia a preferir que los demás decidan por él.
- Siempre sucede que tenemos más claro aquello que no sabemos que lo contrario.
- La existencia de verdades objetivas y universalmente aceptadas sería una buena cosa y nos facilitaría mucho la tarea, pero, para nuestra desgracia, no existen.
- No somos respetables por lo que pensamos, sino porque pensamos.
- El perdón, casi siempre, no es sino una versión condimentada del olvido.
- La muerte da sentido a nuestra vida, ya que la dota de tiempo.
- Somos contradicción.
- El terror a lo desconocido nos ha hecho crear dioses a nuestra imagen y semejanza.
- La vida, la naturaleza, carecen de valores.
- Tener conciencia de que el tiempo pasa es tener conciencia de que existimos, de que somos y, trágicamente, de que tenemos un principio y un final.
- En el infinito nada sucede; todo es quietud, no hay movimiento.
- Concebimos la felicidad como un momento pleno que nunca termina. No es más que un sueño; eso nos mataría. Lo que nunca termina no existe.
- No hay que confundir el azar con lo inexplicable. El azar es aquello que escapa de nuestro control.
- Somos máscaras que poco a poco hemos ido tallando, que ocultan hasta el olvido la verdadera expresión de nuestra cara.
- La actitud razonable es aquella que se plantea la posibilidad de poner todo en el aire, hacer como que lo que parece que es no lo sea, y, a partir de ahí, ir hacia delante.
- La duda es el motor que nos empuja.
He dicho
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